La única imagen conocida de la iglesia románica de San Martín de Prado

francisco rubia LALÍN

LALÍN

Francisco Rubia

Un antiguo dibujo inédito, con nota al pie, muestra la prueba irrefutable

23 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los estudios que venimos realizando sobre el lalinense pazo de Liñares se remontan a veinticinco años atrás, iniciados con trabajos de campo, documentación gráfica, entrevistas a sus antiguos caseros y personas relacionadas.

Fruto de estos trabajos y de la investigación en fuentes documentales -mayoritariamente del archivo del pazo de Don Freán- publicamos El palacio señorial de Liñares en las últimas centurias. Sus moradores, esplendor y decadencia. Anuario de Estudios e Investigación de Deza Descubrindo, nº 6. Lalín. Año 2004.

En el capítulo dedicado a la planta noble hacíamos alusión a las pinturas murales existentes en la antesala, deteniéndonos en la situada a la izquierda de la puerta principal de acceso al gran salón o salón de honor. Tras facilitar las medidas y descripción de la pintura (realizada por observación directa) incluíamos su imagen fotográfica y el comentario: «…se aprecia el frontis de sillería y la portada abocinada de arco de medio punto formado por tres archivoltas, la exterior con decoración de ajedrezados que se apoyan en dos pares de columnas con capiteles de ornamentación aparentemente vegetal. En la puerta hay dos mochetas diferentes sobre las que descansa el tímpano semicircular, que es liso…».

Apostillábamos que era muy probable que se tratara del templo parroquial de Prado, antes de las grandes obras de reconstrucción del siglo XIX, y que resultaba de sumo interés, por representar la única imagen conocida de la fachada románica de la iglesia. Transcurridas casi dos décadas, conseguimos la prueba irrefutable de que la pintura mural de Liñares corresponde efectivamente a la iglesia de San Martín de Prado.

Basamos esta aseveración en el hallazgo de un sencillo dibujo a lápiz, de 10,5 x 11 centímetros, realizado por el señor de Liñares, don Carlos Taboada Rada, que forma parte de un legajo perteneciente al archivo de Don Freán, cuya apertura no resultaba posible debido a que todos los folios se hallaban adheridos entre sí, formando un bloque compacto. Subsanado el problema descubrimos, entre su interesante y variopinto contenido, el dibujo de una iglesia que coincide con la representada en la pintura mural de Liñares. Al pie hay una nota escrita a tinta de puño del señor Taboada: «Iglesia de San Martín de Prado parroquia de la/ [lín] que será este año arreglada» (la segunda línea fue resuelta con la ayuda de luz ultravioleta).

El dibujo fue hecho como apunte, y no es descartable la posibilidad que, llegado el momento sirviese para realizar la pintura mural en la que figura el frontispicio de la iglesia, a la sazón parco en detalles. Pese al mal estado de conservación del pequeño apunte se puede apreciar, además de la fachada, el lateral sur de la nave representada en esbozo con la puerta traviesa; la techumbre y el muro de cierre del atrio con una caseta embebida en el cercado por detrás del muro testero, igualmente sin desarrollar.

Como nota curiosa destacar que, tanto en el dibujo como en la pintura mural, la cruz de hierro que aparece coronando la espadaña se halla mutilada y torcida, creemos que por efecto de un rayo. Se sabe documentalmente que la iglesia parroquial de Prado sufrió reiterados daños por fuertes tormentas de aparato eléctrico, que llegaron a causar destrozos y, en ocasiones desmoronamientos de gran consideración en la fábrica (tratados en otras publicaciones). La última tormenta con serias consecuencias se registró el domingo 16 de septiembre de 2007 poco antes de la medianoche. De estos hechos documentados tampoco se libró la gran chimenea de cocina del pazo de Liñares.

En cuanto a la cronología del dibujo no se puede precisar cuándo fue realizado, aunque podemos asegurar que es anterior a 1880, por ser en el mes de abril de este año cuando se iniciaron los trámites presupuestarios para las obras de reconstrucción de la iglesia, que se encontraba en ruina y fuera de culto. Obras descritas en el citado Anuario de Deza nº 6 que conducirían a la casi total desaparición de elementos románicos y a adoptar la imagen que ahora tiene el templo parroquial.

Del éxodo de materiales románicos de la iglesia de Prado, existen esclarecedoras noticias en el archivo de Don Freán, que sitúan elementos histórico-artísticos en el cercano pazo de Liñares.

Traslado portada del templo

A través de la relación epistolar entre el cura de Prado y el dueño de Liñares don Carlos Taboada ?entonces residente en Madrid? conocemos algunos pormenores relacionados con el traslado de la portada de la iglesia de Prado a Liñares, con la intención de instalarla en la fachada de la capilla del pazo (tal como se llegaría a hacer posteriormente con el retablo o «altar Viejo», trasladado en marzo de 1886).

En una de las cartas del mes de mayo de 1880, informa: «Están separadas las piedras de la puerta, que algunas están rompidas (sic) según los canteros de una chispa eléctrica a pesar de sacarlas con cuidado, las que se llevaron estos días a Liñares según V dispuso».

En otra misiva fechada 24 de octubre del mismo año, el cura da más noticias del traslado de piedra de la iglesia: « …mañana llevará la piedra de la puerta para Liñares por el agro. Reboredo por más que la miró no se atreve a ponerla cono está, ni se la pondrá uno de la Iglesia». Refiriéndose al despiece de la portada románica y su complejidad para montarla. Ni siquiera por un reputado maestro cantero.

De estos restos románicos, entre otros también pertenecientes a la iglesia de Prado, hace una descripción Rafael Fontoira Surís en su obra Patrimonio monumental religioso en la provincia de Pontevedra y Camino de Santiago. Vol. I, p. 83-84, año 2010, y dice que estas piezas fueron localizadas en el año 1993 por los técnicos de Patrimonio de Pontevedra (de los que formaba parte). Por su cercanía cree que pertenecen a la primitiva iglesia de San Martín de Prado.

Para comprender la opinión vertida líneas arriba por el cantero Reboredo, tomamos nota de lo suscrito por Fontoira Surís de las cinco dovelas que conforman una de las jambas de la puerta de un alpendre próximo al pazo de Liñares que, según su opinión pertenecen a dos arcos románicos distintos. Es decir a las arquivoltas de la portada, cuya rosca formada por la parte delantera de las dovelas, muestra profusa decoración.

Su descripción es como sigue: «Las dos dovelas inferiores están formadas por un grueso baquetón, un bocel y una moldura de remate formada por seis filas de tacos. La tercera dovela es similar a las descritas, pero los tacos son más gruesos y en cinco filas. La cuarta es semejante a las dos primeras, con seis filas de tacos. La quinta dovela no tiene decoración de tacos, aunque está moldurada…».

Dovelas que acabaron en trozos

No es de extrañar que la notoria falta de dovelas -que acabaron en trozos o hechas añicos, según los canteros a consecuencia de una chispa eléctrica- y la diversidad de motivos decorativos en las piezas conservadas, ocasionara un verdadero rompecabezas al cantero decimonónico, al intentar establecer con el material disponible la mera reconstrucción de un arco para la portada de la capilla de Liñares, cuando en realidad formaban parte de dos.

Creemos oportuno comentar que la reutilización de elementos pétreos pertenecientes a la arquitectura culta fue una práctica bastante extendida en tiempos pasados. Las piezas con carácter histórico-artístico eran consideradas en muchos casos como simple material de construcción. Un elocuente ejemplo de esta práctica en la arquitectura religiosa lo protagonizó el coro pétreo del Maestro Mateo de la catedral de Santiago, que fue aprovechado como piedra de relleno en la escalinata del Obradoiro y otras obras.

Refiriéndonos a Lalín, valga como simple pincelada el caso del famoso tímpano medieval de la iglesia de Palio trasladado a Rielo (hoy en el Museo de Pontevedra), o el de una pequeña puerta de la iglesia de Soutolongo -de estilo gótico flamígero con mochetas figuradas- actualmente en una casa de arquitectura popular sita en el lugar de Des, parroquia de Soutolongo.

El dibujo fue un recurso utilizado con cierta frecuencia en los apuntes de don Carlos Taboada Rada (1827-1903). Según notas de su puño tomó clases de dibujo durante tres años. «Empecé el dibujo el 2 de agosto de 1842 en La Coruña, con don Cayetano López. Dejé el dibujo en 1845». Los dibujos ejecutados en su edad adulta son predominantemente escenas de viajes, visitas a monumentos, de la vida cotidiana en el pazo de Liñares y motivos de la villa marinera de Cambados, donde la familia Taboada tenía «casa principal».

Una pequeña muestra queda recogida en el legajo que comentábamos al principio, entre los que cabe citar la sepultura con estatua orante de Vasco Taboada situada en el interior de la iglesia lalinense de Santa Eulalia de Losón; el sepulcro gótico con estatua yacente del Prior Don Jácome Álvarez, Arzobispo de Tarso sito en la Colegiata de Santa María la Real de Sar, en Santiago de Compostela, o el dibujo del perro de nombre Julepe recostado en un sillón de época.

La faceta de dibujante del señor Taboada Rada merece ser tratada detenidamente en un trabajo aparte. Gracias a su dibujo sacado hoy a la luz, es posible identificar la pintura mural situada en la que fue antesala del pazo de Liñares. Y decir con rigor que es la única imagen conocida de la iglesia románica de San Martín de Prado, antes de las grandes obras de reconstrucción del siglo XIX.