Modas Teresa, una tienda con arte en Lalín

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

LALÍN

miguel souto

De sus manos salieron multitud de vestidos de novia y de Primera Comunión, trajes tradicionales gallegos que recorrieron el mundo, todo tipo de disfraces y atuendos para lucir en un sinfín de ferias medievales

13 may 2021 . Actualizado a las 21:38 h.

Este mes se cumplen 48 años de la apertura de Modas Teresa en las galerías Colón de Lalín. La tienda toma el nombre de su propietaria, Teresa Taboada González, que empezó su andadura empresarial con un establecimiento de tejidos que hacía también las veces de taller y que le brindaba todo el material necesario para los trajes y prendas de ropa que confeccionaba a medida para sus clientes. Su vida está dedicada a la costura y eso que confiesa que su vocación era la de peluquera, pero «os meus pais quixeron que fose modista» y así fue aunque basta nombrar la peluquería para arrancarle algún comentario entusiasta y las anécdotas de algún corte de pelo memorable.

Empezó a coser con once años en el taller de María Luisa, una modista lalinense. Allí completó su aprendizaje y luego «marchei un ano a Ourense para ver outras cousas». Se fue a seguir formándose «nun taller de moita fama», cuenta. A su vuelta, «instalei o taller na casa». En aquel entonces, añade, «había moitas modistas porque no existía a confección e había que facerse cunha clientela. Eu aínda non cumprira os 18 anos e non era fácil levarlle unha tela a unha rapaza». Pero, comenta riendo, «non houbo un só traxe que non valera para poñer». De su arte con la aguja pueden dar cuenta muchas vecinas y vecinos de la zona. El boca a boca fue funcionando y unos clientes le trajeron a otros.

Por aquel entonces confeccionaba todo tipo de prendas incluidos trajes de novia y de Primera Comunión. Asegura que este tipo de prendas no son más complicados que los de calle y que «a única diferenza é que son largos e as telas máis delicadas». En aquellos años, explica, los diseños eran más bien sencillos, «era a noiva a que tiña que brillar. Non se puña pedrería» y las telas «eran lisas ou con algo de brocado». A los vestidos blancos se sumaron durante un tiempo los trajes de novia de colores «en amarelo ou azul ceo, que se levaron durante unha época». Eran trajes cortos «cun tocado a xogo, que lles facía eu coa mesma tela do vestido».

Primero tuvo un local y con el tiempo compró otro al lado sumando dos, a la vez que el negocio iba creciendo. Teresa apunta que «unha cousa foi levando a outra». De los tejidos, cremalleras, botones y otros elementos para los trajes pasó a la lencería «para vestir tamén as clientas por dentro», incluyendo los saltos de cama para las novias.

Años más tarde, empezó a surgir con fuerza el folk y ese resurgir de la música tradicional trajo consigo la creación de un sinfín de grupos, lo que generó la demanda de trajes tradicionales gallegos. Teresa puso su talento a disposición de esos grupos confeccionando un sinfín de atuendos, muchos de los cuales fueron a pasar a diferentes partes del mundo. Los primeros que salieron de su taller fueron para niños, luego llegarían las agrupaciones y los adultos.

Entre sus clientes se encontraban numerosas agrupaciones de la provincia de Ourense que forman parte de la Escola de Gaitas de la Diputación con Xosé Lois Foxo a la cabeza. Las nuevas agrupaciones solían diseñar su traje distintivo ahondando en las raíces de cada municipio. Teresa señala que «facía os traxes completos para todo o grupo. As prendas de fora con pano e veludo e a roupa branca con lenzo, liño industrial e liño auténtico se tiñan na casa. Se era así aproveitábanse sabas ou o que tiveran para facer unha camisa ou algunha prenda». Con especial cariño recuerda los trajes tradicionales que hizo para alguna pareja de novios: «teño fotos deles, eran traxes máis retocados e especiais». Teresa se encargaba de hacer el de él y el de ella.

Con el tiempo se dio cuenta de que en ocasiones alguien necesita un traje pero no le compensaba adquirirlo y de ahí surgió la idea de confeccionar unos cuantos y alquilarlos. El auge de las ferias medievales le llevó también a realizar trajes de este tipo que cose y también alquila para este tipo de eventos. Lo mismo pasa con los disfraces y ya perdió la cuenta de todos los que llegó a coser y de qué. «Fixen traxes de todo o que se che veña a cabeza; vale todo, si falamos de animais... unha selva enteira». De sus comienzos con los trajes tradicionales recuerda con especial cariño a Vidal Payo, que «me levou da man ás feiras de artesanía». En ellas dio a conocer su trabajo. Hoy sus creaciones están en muchos países de Europa y América, de Estados Unidos a Suiza o Francia.

Antes de abrir la tienda en la calle Colón instaló su taller en la avenida Bos Aires donde estuvo un año en un pequeño local y seguidamente seis en la entonces rúa José Antonio. Con su llegada a las galerías empezó a diversificar el negocio que es ahora tienda de tejidos, de lencería y una surtida mercería en la que se puede encontrar casi de todo, incluido material para trabajos de punto de cruz.

Pasión por el ganchillo

Y aunque por lo que respecta a la costura no hay nada que se le resista confiesa que

«non sei facer punto de cruz, non me gusta»

así que cuando empezó a vender este tipo de material le dijo a su hijo Maxi

«intentao ti» y, explica, «dáselle ben»

. En cambio, asegura que

«para mín ganchillar é un vicio, o ano pasado ganchillei todo o que había na casa»

y resalta que

«as cousas que se poden facer coas mans son entretidas».

Ahora ya no confecciona trajes de calle a medida. Lo dejó, dice, porque es un oficio que requiere mucho tiempo, pero poco antes de que habláramos atendía a unas clientas de O Carballiño que se desplazan a comprarle telas y explica que «a xente aínda segue facendo traxes a medida, aínda que non coma antes, claro». Teresa nunca está quieta y atiende con pericia todas las peticiones de su clientela, ya sea colocar una cremallera suelta o cortar la tela para un disfraz.