Sabores auténticos en una botella blanca y azul que atrapa las miradas y levanta pasiones
03 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.José Antonio Pousa Payo recuerda con mucho cariño el licor de cerezas que hacía su abuela Manuela. Fue ella la que lo crio hasta los cinco años, mientras sus padres estaban emigrados en París. Cuando regresaron de Francia la familia se asentó en Lalín. Con los años, José Antonio, que siempre guardó en la memoria aquella labor artesanal, siguió su estela elaborando, unos años antes de tener la empresa, algunos licores para consumo propio. Pero confiesa que el de su abuela, ya fallecida, «era mellor que o meu». Y es que no hay nada que supere ese recuerdo.
Sus elaboraciones fueron teniendo mucho éxito entre familiares y amigos que «animábanme a facelo para vender», apunta. Fue entonces cuando «empecei a darlle voltas á cabeza», afirma, y de ahí salió la aventura de etiquetarlos y ponerlos en el mercado. La empresa se creó en el 2014.
«A miña idea era facer licores de froitas: de fresa e cereixa e ameixa» siguiendo los pasos de su abuela. Su preferido es el de cereza. La oferta la completa con otros más clásicos atendiendo a la demanda. Una cartera que incluye licor café, de hierbas y crema de orujo. El año pasado sacó una nueva variedad «Mestura, de crema e licor café». La mezcla, explica, «fai que non sexa tan espeso pero que teña a potencia do licor café e a suavidade da crema». Una mezcla que levanta pasiones. Ahora trabaja en un nuevo producto «que non hai parecido no mercado» y que espera sacar en breve. Una idea que, de momento, no quiere desvelar.
Sus licores, señala, son totalmente artesanales y se fabrican en Lalín. Señala que «eu non destilo, macero as froitas na augardente» en el establecimiento que tiene en el número 45 de la rúa B de Lalín y que también tiene una parte de exposición y venta.
«A maceración da froita é toda natural, iso fai que por oxidación todos teñan a mesma cor, que tende a ocre», apunta Pousa. «É algo que á xente lle sorprende porque se imaxina que o de fresa é rosa e que teñen as cores da froita, pero iso sería si se lle engadira colorante, que non é o caso», añade.
Si en el 2014 arrancó la marca, dos años después Licores Pousa ya buscaba distinguirse con una botella que marcara la diferencia. «Foi unha aposta arriscada porque vendemos un licor é vai nunha botella branca opaca que non deixa ver o contido». La diseñó Marta Lojo de Cambados, «foi a primeira proposta que nos fixo e gustounos moito». Los colores blanco y azul recuerdan a la cerámica de Sargadelos, aunque Pousa señala que «aínda que moita xente nos di iso, a elección obedece a técnicas de márketing e a imaxe dos cores branco e azul que debuxan un círculo atrapa as miradas e o ollo memoriza a imaxe en décimas de segundo». El envase es muy decorativo y eso hace que en más de una ocasión le pidan botellas en algún acto, aunque sean vacías.
Para la elaboración de los licores, la normativa exige que la fruta sea adquirida a empresas con registro sanitario. De ahí que las cerezas fueran compradas a una cooperativa del Bierzo, a la falta de encontrarlas en Galicia con esos requerimientos. Pousa usa «a variedade francesa, esa que é roxiña e branca cun toque ácido», indica. Las ciruelas y las fresas son de productores gallegos.
De momento no se plantea ampliar las variedades frutales y señala que «a xente non está acostumada, pensa que un licor de fresa é como unha piruleta de fresa, que son licores doces e estridentes, e non é así». Los de frutas, indican, «teñen moita menos rotación». Fuera de Galicia «rota moita augardente branca e licor de herbas e o licor café non o coñecen en moitos sitios».
Su abuela Manuela no llegó a ver a su nieto convertido en empresario siguiendo la estela de los licores que le veía elaborar siendo niño en su casa de Carballeda, en el municipio ourensano de Piñor de Cea, cercano a Lalín de donde es natural su padre y a Rodeiro de donde es su madre. Si Manuela pudiera verlo estaría orgullosa de Pousa y de haberle servido de inspiración.