El circo anclado en Lalín quiere retomar sus funciones a principios de junio

Olimpio Pelayo Arca Camba
o. p. arca LALÍN / LA VOZ

LALÍN

Miguel Souto

Serán actuaciones gratuitas para agradecer a la localidad toda la colaboración prestada en los dos meses y medio que superan instalados en la capital dezana

25 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Lalín nos ha ayudado como ni se nos pasaba por la cabeza, tanta gente buena». Son palabras de Marco Zeferino, al frente del Circo Olimpia que llegó el 7 de marzo a la capital dezana sin poder moverse desde entonces, superando las distintas etapas del confinamiento en sus caravanas y en los ensayos para mantenerse en forma bajo la gran carpa circense que luce en lo más alto un visible «Gracias Lalín». Porque tanto numerosos vecinos y colectivos como el Concello han mostrado en este tiempo su solidaridad con la veintena de integrantes del circo ?entre ellos tres niños?, que se vieron sin posibilidad de generar ingresos cuando se decretó el estado de alarma. Sus últimos recursos los habían destinado a la impresión de carteles y entradas para unas funciones en Lalín que ya no pudieron celebrarse.

La desescalada les permite vislumbrar ya la vuelta a su actividad cotidiana. Este fin de semana estuvieron poniendo a punto todos los aparatos para abrir la carpa a principios de junio. Serán unas funciones muy especiales en Lalín, en las que no cobrarán entrada para devolver a la localidad lo que ha hecho por ellos durante dos meses y medio.

«Esperamos poder hacer las funciones la primera semana de junio, y en función de la gente que venga podremos estar si es preciso una semana más», porque no quieren que nadie se quede sin asistir gratuitamente a su espectáculo. «Y hacia mediados del mes, si todo va bien, esperamos emprender camino, salir a ganarnos la vida dignamente», explica este artista circense de quinta generación, al frente de un circo fundado hace 27 años.

Sin funciones en ciudades

Continuarán su ruta lejos de las grandes ciudades. Ourense, Lugo y Ferrol se caen por el momento de su programa: «Acudir a esas plazas conlleva más gastos. El coste por instalarse es mayor y también la publicidad multiplica gastos, tienes que colocar muchos más carteles. Y si no permiten completar el aforo, no cubres ni los gastos. Así que la idea es empezar en pueblos, y ver cómo va el negocio».

Será el momento de regresar a una rutina truncada por el covid-19, un confinamiento en que se hizo duro vivir en el estrecho margen de una caravana: «Unas son más grandes, otras más pequeñas. Es nuestra casa. Lo que sucede es que en circunstancias normales estás mucho tiempo fuera, montando, ensayando, con funciones. Vas a casa a comer, tomar café y descansar. Si no puedes salir ... si en un piso es casi imposible, imagínate en un recinto tan pequeño». Lo cuenta pero sin quejarse. Al menos, en Lalín ellos tuvieron la posibilidad de ir a la pista y ensayar. Su hijo Marco, que a los 21 años acababa de incorporarse a un circo en Irlanda en marzo, ni siquiera ha tenido esa oportunidad: «Actuó en una sola función, y pasó ya esto. Además, les llegó un temporal y tuvieron que desmontar el circo, así que tuvieron que quedarse en las caravanas».