Las funerarias demandan concreción en las medidas de la desescalada

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

LALÍN

miguel souto

Preguntan en quién recaerá controlar que las iglesias solo estén al 30 % de aforo

02 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La nueva normativa que regirá en la desescalada está generando dudas en las funerarias, que están a la espera de que las medidas se concreten una vez se publique en el Boletín Oficial del Estado. Mientras tanto ven lagunas o al menos cuestiones que no están claras. Una de ellas es el anuncio de que los velatorios podrán celebrarse pero con aforo reducido. La pregunta que se hacen en las empresas del ramo en la zona es ¿qué se va a entender por aforo reducido?. Otra es quién se va a encargar de contar o hacer cumplir que las iglesias en el culto de la celebración de un funeral esté solo ocupado el 30 % del aforo.

Mari Paz Vázquez Fernández, de la funeraria Curroliño de Rodeiro y el velatorio Virgen del Faro, explica que «faremos o que nos mande Sanidade, unha vez saia o decreto pero de momento non sabemos nada, igual nolo din o día antes». El 11 de mayo es la fecha anunciada para que se puedan celebrar de nuevo velatorios aunque no puedan ser lo mismo que eran antes.

Delfín Taboada, de la funeraria Jesús Taboada de Lalín, y Mari Paz Vázquez coinciden en que va a tener más problema controlar el aforo en las iglesias y se preguntan quién tendrá que ejercer de policía mortuorio, por llamarlo de alguna manera. Coinciden en que no sería un papel de las funerarias y que ellos no son quienes de decir quién puede y quién no entrar en una iglesia, además de no creer que los curas vayan a hacerlo.

Delfín Taboada señala que «a igrexa de Lalín ten un aforo de 250 personas, co que poderían entrar unhas 60, pero ¿quen as vai a contar?». Hay templos del rural en las que la cosa se complica. Taboada pone el ejemplo de un templo «no que caben unhas 40 persoas, co que atendendo a normativa só poderían entrar oito, e ¿que pasa si cando chega a familia co morto xa hai xente dentro da igrexa, qué pasaría, a familia non podería entrar?», se pregunta. Son situaciones que se darán posiblemente a diario y para las que las funerarias no tienen respuesta. Afirman que en los velatorios y en sus instalaciones son ellos los responsables y acatarán las normas, una vez sepan exactamente de qué cifras se habla cuando se exige aforo reducido. Quieren saber el número para transmitirlo a la familia y organizar posibles turnos entre familiares y amigos para ir al velatorio.

Ambos defienden que ni Lalín ni Rodeiro son Madrid o donde puede haber tanatorios con más de 30 salas y muchos velatorios a la vez, que se traducen en un volumen importante de gente. Aquí las salas tienen bastantes metros y con un poco de sentido común no habría problema, Consideran que hay cuestiones que parecen estar pensadas para las ciudades pero, apunta Delfín Taboada, «as normas non poden ser iguais para todos porque as realidades son diferentes nunhos sitios e noutros». Harán, dice, estrictamente lo que se les pida de forma oficial. Hasta ahora las pautas las dictaba la Xunta.

Prohibición de vestir o maquillar a los fallecidos y fin de los féretros abiertos

La normativa durante este tiempo de confinamiento trajo normas muy dolorosas para las familias. En las funerarias de la zona creen que lo peor fue la reducción a tres personas en el cementerio. Defienden que aquí la familia no va a coincidir con nadie y esa limitación tan estricta dejó fuera a hijos, entre otro parentesco muy directo. Creen que no tenía sentido que de la funeraria vayan cuatro para llevar el féretro y sean tres de familia.

María Paz Vázquez explica que «non podemos tocarlle a persona que morre, nin vestila, nin facer ningún traballo de estética nin nada». Eso hace que «os mortos témolos que envolver nun doble sudario e van a caixa tal e como están».

Una situación que suma más dolor a la pérdida. Cuenta el caso de una casa en la que falleció una persona mayor y en la que vivían otras ya octogenarias. «Cando chegamos tiñanos a roupiña dobrada e preparada enriba da cama para vestila e cando lle tivemos que explicar que non podíamos a xente quedou rota», apunta. Delfín Taboada dice que «os velatorios ca caixa aberta e o cadáver á vista acabaronse».