Lalín y Donramiro mejoran su conexión con la nueva rotonda

j. b. LALÍN / LA VOZ

LALÍN

MIGUEL SOUTO

Las obras ya finalizaron en un punto negro para la circulación

19 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las obras de la rotonda en la N-525 entre las avenidas Xosé Cuíña y Montserrat ya concluyeron de forma oficial. Aunque esa glorieta está operativa desde hace días, restaban remates por ejecutar por parte de la empresa Taboada y Ramos, adjudicataria del proyecto con un coste de 160.936 euros. Su construcción permite mejorar la fluidez del tráfico entre Lalín y Donramiro, además de erradicar un punto negro para circulación y para el paso de peatones, ganándose en seguridad.

El regidor, Rafael Cuíña, junto al teniente de alcalde, Nicolás González, visitaron ayer la glorieta para anunciar la conclusión de unas obras complejas a nivel técnico que suponen un paso importante para mejorar la transición entre Lalín y Donramiro, superando la «cicatriz» que supuso el paso de la N-525. A esta actuación se añadirán la prevista en la avenida Xosé Cuíña y también en Donramiro. El regidor desveló que ya hay acuerdo con los vecinos para el acceso en vehículos hacia la iglesia, además de avanzar que ya está terminando el saneamiento en la parroquia de Zobra.

La rotonda tuvo una «execución perfecta» para incrementar la seguridad viaria, como destacó Cuíña, quien también aludió a la importante iluminación con que cuenta ese punto. Su ejecución requirió firmar convenios con once propietarios, financiándose con cargo al superávit de la cuenta del 2016. En su centro luce una escultura que evoca al castro de Donramiro, obra de Salvador López Torres.