El geógrafo que flirteó con el nacionalismo

Domingos Sampedro
DOMINGOS SAMPEDRO SANTIAGO / LA VOZ

LALÍN

El nuevo conselleiro de Cultura es un hombre profundamente paciente, algo acorde a su principal afición, el cultivo de camelias

10 feb 2015 . Actualizado a las 15:16 h.

De Román Rodríguez González (Lalín, 1968) puede decirse que es persona profundamente paciente. Es algo acorde con su gran afición, el cultivo de todo tipo de camelias -atesora en su finca más de 130 variedades- con las que suele agasajar a sus amigos en fechas señaladas o a quien tiene un gesto con él. Ya se sabe que quien tiene la paciencia de mimar una flor, puede acabar sembrando un gran jardín y hasta una montaña entera. Es un principio que este diputado autonómico parece haber aplicado a la política. Nunca sonó demasiado en las quinielas, pero en los tres lustros que lleva en la primera línea nunca dejó de ascender.

En realidad, Román Rodríguez pudo haber sido un diputado del BNG o de otra formación nacionalista, pues las amistades y las inclinaciones de aquel universitario que aterrizó en Santiago, en la Facultade de Xeografía e Historia a finales de los ochenta, parecían ir en esa dirección. Tuvo la paciencia para aplicarse en los estudios y convertirse en doctor con una tesis sobre el planeamiento en la comarca del Deza, que dirigió su buen amigo y catedrático Rubén Lois González, en su día director xeral de Turismo a propuesta del BNG en el bipartito.

Fue la dedicación a la geografía y a la ordenación del territorio en el ámbito local lo que le abrió a Román Rodríguez las puertas de la política. El primero en captarlo fue el también geógrafo Andrés Precedo Ledo, el artífice del diseño de las comarcas de Fraga, que promovió a Rodríguez como director del centro comarcal de la zona de Deza. No debió sentirse allí muy cómodo, que en 1997 dejó el puesto para regresar de profesor a la Universidade de Santiago, aunque para entonces Xosé Crespo ya le había echado el ojo y dos años más tarde lo incorporó a su candidatura municipal en Lalín.

Crespo convirtió a Román Rodríguez en concejal y este respondió impulsando el plan xeral de ordenación de Lalín, todavía hoy en vigor. La capital del Deza cambió de la mano de Román Rodríguez, que también tuvo que asumir algún fiasco como el párking Europa, hecho fuera de ordenación y que lleva cerrado cinco años. Es solo una pequeñísima mácula en la carrera política de quien ejercía en el Parlamento gallego como portavoz de educación y de urbanismo de los populares, dos materias muy diversas, que demuestra que este nieto de un tratante de ganado puede con todo sin perder su anclaje en el centro de Galicia, que dicen está situado en una finca propiedad de su familia.

román rodríguez conselleiro de Cultura