Un vistoso tramo urbano abrió anoche el Rali do Cocido

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo LALÍN / LA VOZ

LALÍN

12 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Arrancó la temporada gallega de asfalto. Lo hizo en Lalín, en el Rali do Cocido, y ante las cerca de 2.000 personas que se dieron cita anoche en Lalín de Arriba para presenciar el tramo urbano. Con un cuarto de hora de retraso arrancó en la capital dezana la primera sección del Rali; 1,2 kilómetros que al cierre de esta edición todavía no habían recorrido los favoritos. La salida inversa al dorsal que regía el sector obligaba a los aficionados al mundo del motor a esperar hasta el final para ver a los llamados a pelear por el título. La salida de Bamarti era por lo tanto la última prevista, justo después de Vilariño, Burgo, Roberto Blach e Iván Ares, los favoritos junto con el de A Estrada.

La elección de Lalín de Arriba para disputar el tramo urbano resultaba idóneo para que la gente se situara de forma segura y pudiese presenciar el espectáculo. Y es que más allá de aplaudir la velocidad, ayer lo que el público quería era vistosidad. Cada derrape, contravolanteo y frenazo era jaleado por los espectadores, que no se mostraron pacientes cuando se detuvo momentáneamente la salida después de que un Peugeot se saliese de la vía. Hubo también que detener la competición para que una ambulancia atendiese a un aficionado al que le había dado una lipotimia, aunque, al cierre de esta edición, los incidentes no habían revestido consideración.

Tarde ajetreada

La disputa del tramo urbano de Lalín cerraba una jornada inaugural que comenzó ya a medio día con las verificaciones técnicas y administrativas que tuvieron que superar los participantes. Cumplidos los trámites, el parque cerrado se convirtió en el centro neurálgico del Rali. Allí convivían los aspirantes al título con los jóvenes pilotos que cumplen en el Rali do Cocido su sueño de competir en una carrera del Autonómico. También convivían los que afirmaban venir a disfrutar con los que buscan tiempos.

El rugir de los motores y el olor a gasolina ambientaban la espera de los pilotos. Alrededor de los coches, multitud de curiosos que repasaban las carrocerías con la mirada e intercambiaban quinielas para hoy. No faltó la previsión de lluvia en las conversaciones, ni quien se animó a sacarse una foto con Luis Moya, patrocinador de Burgo.

A la hora de hablar del tramo urbano, los pilotos coincidían al advertir que la precaución era la máxima a seguir, ya que arriesgando, la ventaja que se podría conseguir era poca, mientras que cualquier bordillo o revés podía echar al garete todo el trabajo previo de las últimas semanas