Tres economistas anónimos

FORCAREI

A.Ortega.POOL

30 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La ciencia -y la economía es ciencia- puede hacerlo todo, menos ir contra la lógica. Porque la lógica también es una ciencia, compleja y exacta, que cimentó la cultura occidental y la ciencia positiva hasta que, convencidos de que estaba en nuestro ADN, dejamos de estudiarla. Lo que ahora nos pasa, porque viene un invierno negro, tiene su raíz en hacer la economía a base de innovación y algoritmos, pero sin lógica, cosa que les voy a explicar sobre tres personajes -dos de Forcarei y uno de Mesopotamia- que deberían recibir, a título póstumo, el Nobel de Economía.

La señora Soledad da Ferreira, de la generación de mi abuelo, siempre decía, como si fuese un refrán, que «con moito goberna calquera», porque era consciente de que la economía -y el gobierno- tratan de la escasez y el conflicto, y que cuando sobran recursos, como ahora, en vez de economizar y gobernar, se despilfarra y desgobierna. La segunda cita es para la señora Isolina de Castrelo, que, en tiempos de negra miseria, cuando solo las patatas quitaban el hambre, inventó un sistema para administrar su casa -pues así nació la economía- que consistía en contar las patatas que cosechaba antes de subirlas al faiado. Después llamaba a su hijo y empezaba a decretar: «¡Paquiño, temos 2.245 patacas. Divide, meu neno!». Y cuando Paquiño daba el resultado (6,7 patatas por día), Isolina concluía: «Imos comer só 6, e así aforramos para as festas». Por eso Isolina nunca tuvo que pedir patatas prestadas en agosto, privilegio del que no disfrutaban otras casas abundantes.

El tercer sabio, el de Mesopotamia, fue un hortelano anónimo que, viendo su raquítico manantial, inventó las represas de riego, para que el agua llegase a toda la finca. Y así descubrió que, cuando en la represa entra más agua que la que sale, el agua reborda y pudre los tomates. Que si entra menos agua de la que sale, la represa se vacía, y el riego no llega a todas las plantas. Y que, si el equilibrio entre entradas y salidas es perfecto, la huerta produce abundantes frutos, para alimentarse y para prevenir incidencias amargas.

Así se entiende por qué los españoles vamos hacia un invierno complicado. Porque llevamos mucho tiempo despilfarrando una abundancia pasajera y prestada, en vez de administrar la escasez. Porque estamos descubriendo que hacer planes eufóricos, creyendo que éramos inmunes a la inflación, es ir contra la lógica, ya que las medidas que estamos usando son inflacionistas y rompieron el hechizo. Y porque, para que este castillo de naipes hubiese funcionado, era preciso que todo saliese bien en todas partes, y que los desencadenantes de la crisis no pudiesen repetirse, con variables extrañas y una aceleración creciente. Por eso vamos a verlas moradas, endeudados y sin resuello fiscal, cuando la UE ya no pueda repetir su benéfico e ilógico reparto, y cuando los aprietos molestan también a ricos y poderosos. Cosa que no hubiese pasado si Soledad, Isolina y el mesopotámico se hubiesen sentado en el Consejo de Ministros.