Luis Calvo, alcalde de Agolada: «No sé si llegaré a presidir la Xunta»

AGOLADA

cedida

Líder del partido Anticorrupción y Justicia, dice que siente como un honor que le califiquen el Trump gallego

10 feb 2022 . Actualizado a las 23:30 h.

En la nada pequeña nómina de alcaldes singulares, Luis Calvo (Agolada, 1970), merece un lugar destacado. Líder de su partido, Anticorrupción y Justicia, desbancó décadas de gobierno del PP con un discurso directo y populista. Dice tener un proyecto para Galicia y para España. Así que, vayan preparándose.

—Ya lleva casi tres años de alcalde ¿cuál es el balance?

—Muy positivo porque hemos cambiado la forma de trabajar, incluso la forma de tratar a los trabajadores, que están muy contentos. Tenemos un clima de amistad, como en Suiza.

—¿Es lo que pensaba? Porque usted no había tenido responsabilidades políticas.

—No. A mí me vino la idea del gobierno de A Golada un día en Suiza. Estaba en el sofá con unos dolores tremendos, porque me habían operado una rodilla. Estaba viendo en televisión un reportaje sobre España y vi la miseria que había. Y me dije: «Voy a empezar por Agolada a ver qué pasa». Aquí dimos la campanada. Nos presentamos en Galicia y quedamos de décimos. Nos volveremos a presentar para la Xunta. Y a ver qué pasa.

—Le preguntaba si le ha sorprendido algo en la gestión.

—Yo ya sabía cómo funciona el sistema español, que es un sistema muy obsoleto. Me da rabia e impotencia ver en televisión como discuten los políticos. Eso solo se ve aquí. En Suiza se vota muchas veces al año. Y hay consenso entre oposición y gobierno.

—Pero usted no ha alcanzado consensos en Agolada.

—Es imposible, porque ellos solo saben mentir. Y así no se puede.

—Su ambición, entonces, es ser presidente de la Xunta.

—Bueno, a ver dónde llegamos. Ya tengo 51 años y no sé sii llegaré a presidir la Xunta, porque estas cosas van despacio. Aunque no sea yo, pero si alguien con las ideas muy claras llegara, esto cambiaría y para bien. El reparto de fondos, por ejemplo: el concello de Agolada es más grande que el de Vigo y cuando llegué teníamos 2,3 millones de presupuesto. Lo subí a 2,9 y este año tendremos 3,5. Y Vigo tiene 285 millones.

—Pero Vigo tiene muchos más contribuyentes.

—Pero no lo veo normal. Los 2.300 habitantes de Agolada merecen los mismos servicios que los de Vigo. El reparto tendría que ser por kilómetro cuadrado y también por habitantes. Tiene que ser un reparto equitativo.

—Si fuera el alcalde de Vigo, no lo vería igual.

—Para nada. Yo no soy político. Y tengo que trabajar a tres mil por hora para dar los servicios a mis vecinos. Hay que legislar para un reparto más equitativo.

—¿Se arrepiente de alguna iniciativa, como la de decretar fiesta local el día que ganó las elecciones, que al final retiró?

—Yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho; me siento muy orgulloso. Los del gobierno nos reunimos, hablamos y tomamos decisiones. Y es de sabios rectificar, aunque con esto no quiero decir que no lo vayamos a hacer. Está en la agenda, porque decretar festivo el día que ganamos las elecciones me lo pidieron la inmensa mayoría de los vecinos. Incluso votantes del PP. Así que posiblemente lo hagamos. Con eso no se hace daño a nadie.

—Su partido se llama Anticorrupción y Justicia. ¿Ya tiene la fórmula para acabar con la corrupción?

—¡Vaya si la tengo! Se la explico en un minuto. Haría una ley para que a cada cargo importante político se le pudiera investigar a fondo sus bienes. Y revisarlo cada seis meses. Y así se sabría quién roba y quién no. En mi partido, como tenga la mínima sospecha de que alguien se arrima para enriquecerse, yo mismo lo haré público.

—¿Tiene algún proyecto estrella para este último año?

—Algo tenemos, pero eso tiene que ser una sorpresa.

—Algunos le llaman el Trump gallego ¿qué opina?

—Ja, ja. Igual es porque voy con la verdad por delante. No me importa, Al contrario, es un honor.

—¿Y qué opina sobre Trump?

—Hizo cosas buenas y también muy malas. Yo no puedo decir «Voy a hacer un muro y que lo pague Lalín», eso no es de un hombre, es de un payaso.

—Bueno, la gente de Lalín seguro que no se juega la vida para entrar en Agolada.

—Pero vienen mucho de vinos. Porque aquí hay una plaza estupenda que allí no la tienen. Si algún día mi partido gobierna en Lalín, a lo mejor la hago, ja, ja.

—Y esto de ir con un chaleco rotulado con la palabra «alcalde» también es una innovación.

—Para nada. En Suiza cada persona lleva su autoidentificación. Es lo más normal del mundo. Si algún día yo gobierno en España, o en Galicia, o lo hace alguien de mi partido, voy a cambiar muchísimas cosas y, desde luego, voy a defender el rural.

—Le compraron una bicicleta al único policía local, pero no la quiere usar.

—Porque dice que está mal de la rodilla. Pero en muchos países los policías andan en bicicleta. Si yo fuera auxiliar de policía local en Agolada y me dieran una bicicleta para trabajar, estaría orgulloso y no me habría ido a trabajar a Suiza.

—¿Qué es lo más difícil del cargo?

—Estos vecinos que quieren hacer mal a otros vecinos. Hay que respetar si quieres que te respeten.

—Usted viene de una familia de 12 hermanos...

—Mi infancia fue la infancia de 12 niños sin padre, porque murió a los 44 años y quedamos solos con mamá. Íbamos a la escuela casi sin libros, pero estoy orgulloso de que, aunque ahora solo somos diez, comemos todos juntos en casa de mamá.

—¿Todos los días?

—La mayoría.

—¿Viven todos en Agolada?

—Sí, menos uno que vive en Muimenta.

—¿Solo salió usted a la emigración?

—Fuimos todos. Y estamos todos de vuelta.

—Usted volvió joven.

—Con 42 años, cuando me tocó. Me jubilaron y muy contento me vine para acá. Y muy orgulloso.

—¿Qué tal la experiencia suiza?

—Muy buena. Allí aprendí todo lo que sé. Allí tienen una forma de trabajar distinta, que es la que estoy intentando aplicar en el ayuntamiento.

—Hay gente que se queda allí.

—Para nada. Yo llamaba todos los días a mi madre. Nunca pensamos en quedarnos. Fuimos a lo que fuimos: a ganar dinero. Ahora haremos todo lo que podamos para mejorar este ayuntamiento.

—¿Celta o Dépor?

—Soy del Agolada, ja, ja. De los gallegos, todos por igual. Si acaso, de los pequeños. Una alegría en la casa de un pobre es siempre una alegría.

—Cuando tiene tiempo, ¿con qué se entretiene?

—Con mis perros y me gusta mucho andar con el tractor, aunque ya no puedo mucho, porque me duele la columna.

—¿Es cazador?

—No. Fui alguna vez, pero prefiero ver los conejos y las perdices por el monte.

—¿Como se definiría a sí mismo en pocas palabras?

—Honrado, la primera. Y respetuoso. El resto lo puede poner usted, que ya me entrevistó.

—¿Hay algún político al que admire?

—Hay dos y con uno me voy a ir a Cuba pronto: son el alcalde de Oleiros y el de Santiso. Me parecen honrados y elegantes en su trabajo.

—En Cuba lo pasará bien.

—Vamos por trabajo.

—¿Va a ver vecinos de Agolada allí?

—Vamos a entrevistarnos con el Gobierno.

—¿Hay algún sitio en el que se sienta especialmente feliz?

—Sí, en la casa de mi madre.

—Dígame algo que haga mal y que le gustaría mejorar.

—Dormir, que no duermo mucho con los dolores que tengo de rodilla y de columna. Lo que sí me gustaría mejorar es el tiempo, porque no me llega para todo lo que yo quiero hacer aquí, en el concello.

—Una canción.

Al compás de una muiñeira de Pimpinela.

—¿Lo más importante en la vida?

—No hacer daño nadie y ser honrado. Así vas con la cabeza alta a todos lados.