«Quero facer unha asociación para recuperar a perdiz en Galicia»

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

AGOLADA

MIGUEL SOUTO

José Manuel Blanco aboga por la unión de los productores para defender sus intereses

06 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

José Manuel Blanco Corvido es de la parroquia de Trabancas, en Agolada, y desde pequeño siempre le gustaron las perdices. Cuenta que «meu avó era cazador, morreu aos 65 anos, pero eu sempre fun con el o monte e con meu pai». Recuerda cuando era niño «que ías segar o pan cun fouciños e atopabas niños de perdices e codornices». A él siempre le gustaron esas aves y narra que «cando colliamos algún ovo llos puñamos ás pitas para que criaran». Con ocho o nueve años «ou incluso antes» ya criaba algunas perdices, al igual que su abuelo. Esa afición se convirtió ahora en una de sus pasiones. Este año empezó a criar sobre 4.500 o 5.000 perdices y suma a estas faisanes por encargo.

Su idea es seguir creciendo y su sueño poder hacer de esto su profesión. De momento, cuenta con otro trabajo que lo mantiene porque asegura que la competencia es muy dura, especialmente con las perdices que llegan de fuera a un precio muy bajo.

Es cazador «pero dos bos», segura, apuntando que defiende la conservación y rechaza matar por matar. En mente tiene otro proyecto y es la creación de una asociación de productores de perdiz en Galicia con el objetivo de «recuperar a perdiz no medio natural e podelo facer nos Tecores». Señala que «está en perigo de extinción en estado salvaxe». De momento ya habló con los productores de perdices de la comunidad que no son más de dos o tres por provincia, excepto en Ourense donde no le constan. La idea es, apunta, «que nos unamos todos e defender os nosos intereses». Su intención es conseguir que la administración, los productores y los tecores se involucren para hacer posible la recuperación en el monte de esta especie. Como ejemplo pone fincas de Toledo o Ciudad Real donde «teñen perdices pero hai un comedeiro cada 50 metros e aquí as soltamos pero non hai ningún».

Lo que quiere es que la asociación, de crearse, se centre en la recuperación de la perdiz pero se extienda también a otras especies cinegéticas como la codorniz. Un saco en el que metería al faisán y no entiende como se dice que «non é unha especie autóctona». En este sentido defiende que «os Reis Católicos xa comían faisáns e non creo que os trouxeran de moi lonxe e en Cataluña hai asentadas poboacións de faisáns que levan moito tempo no territorio».

Resalta que «é unha especie que se adapta moi ben a Galicia, gústalle os sitios con humidade, dase moi ben, é o clima ideal para eles, pero a Administración non nos deixa», lamenta. Blanco Corvido los cría para los intensivos de caza. Se pide autorización y se sueltan para luego cazarlos.

Como prueba de su buena adaptación a las condiciones de Galicia explica que «eu teño catro tríos de dúas femias e un macho e si a media de cría é dun 60, 65 %, eu teño un 90 % de nacementos». Cree que influyen las buenas condiciones idóneas para este tipo de aves y el hecho de que donde las cría «é un sitio tranquilo e alí non as molesta ninguén». Solo las visita el y cuenta que las aves quieren la mayor tranquilidad posible porque les estresa la presencia humana y las visitas las alteran.

Aunque de Agolada, Blanco Corvido, tiene la granja en el vecino municipio de Antas de Ulla, en este caso en un lugar de la parroquia de Santa Mariña do Castro de Amarante. Explica que «casei alí e meu sogro tiña vacas e aproveitei unha finca que tiña el para por as perdices e os faisáns».

Una apuesta por la calidad con ejemplares robustos, pequeños y con todas las cualidades de esta ave

Blanco Corvido señala que «eu aposto pola calidade e o que busco é unha ave robusta, pequena que teña todas as cualidades da perdiz galega». Señala que «veñen perdices de Castela moito mais baratas, ao que para nos é prezo de custe». Destaca que el margen que le queda a un productos que como el tiene 4.000 perdices es muy poco, puede ser un euro por ejemplar, lo que supone 4.000 euros al año que no dan para vivir. En su caso tiene otro trabajo y aspira a poder dedicarse por entero algún día a las perdices. De momento tiene todo vendido y cuenta que solo le va a quedar algo de faisán porque un coto se les dio de baja. Destaca que la situación de los cotos de caza está siendo difícil en esta situación de covid-19. La caza en los tecores está condicionada por la normativa que fue cambiando a lo largo de estos meses y por las restricciones de movilidad. Eso hace que no estén pasando por su mejor momento, ni mucho menos.

Las perdices están destinadas a las repoblaciones de los cotos de caza. Primero, hace algunos años, tuvo algunas perdices para engorde destinadas al consumo humano y desde este año ya cuenta con una empresa cinegética. Cuando las tenía solo para consumo y uso alimentario, explica, criaba unas 400 y contaba con unas 140 parejas de perdices para criar.

Considera que sus perdices son apreciadas y se hace eco de la cantidad de requisitos y burocracia que tienen las empresas cinegéticas. Unas normas que suponen una garantía pero que también acarrean mucho papeleo y gastos. Como otros animales de cría, cada perdiz cuenta con un certificado veterinario y una guía de Medio Rural. Los productores llevan un control exhaustivo de las aves que incluye dar cuenta de si toman o no algún medicamento, o pruebas para detectar posibles enfermedades como la de la gripe aviar.

José Manuel Blanco echa en falta más atención, dentro del mundo de la caza, para las perdices y las codornices. Recuerda con nostalgia aquellos tiempos no tan lejanos en los que «ías aos agros e había un bando alí e a douscentos metros había outro» y que el aún vivió de niño. Su fascinación y su amor por estas aves hace que, aunque cazador, y degustador de perdices en el plato, cuente que muchas veces sale al monte simplemente para verlas y observarlas. Lo que le gustaría es que también volvieran a poder vivir en los tecores.