Jabalíes en Órrea adictos a las noticias de Cataluña y sin miedo al transistor

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

AGOLADA

rober amado

Un agricultor de Agolada pide a cazadores y Xunta que actúen «ante esta plaga» que destruye los cultivos

26 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Miguel Ramos Iglesias es un agricultor de Órrea, en Agolada al que los jabalíes tienen en jaque. Los últimos destrozos fueron «unhos 1.000 ou 1.500 metros» en un prado sembrado de hierba que acabó patas arriba. No es la primera vez, de hecho, ya van varias las veces que este vecino siembra en el mismo lugar. Él siembra y los jabalíes destrozan. Y ya no sabe qué hacer.

Una situación que se repite cada año, pero que cada vez es más difícil de atajar. Con los jabalíes a los que se enfrenta, dice, no hay quien les pueda. Explica que «menos poñer trampas, xa fixen de todo». Pero ningún truco funciona.

Uno de ellos fue, apunta, «colocar un transistor, que din que os espanta, pero a estes só lles falta que aprender a cambiar de emisora». Porque, añade, «sintonicei un canal que da moitas noticias, falan moito de Cataluña e vese que lles gusta porque non saen daquí».

Ramos Iglesias se confiesa «farto» argumentando que «sigo na agricultura porque non teño outra cousa de que vivir» pero confiesa que ya pensó en abandonar más de una vez por la impotencia de una batalla que siempre ganan los jabalíes.

Pide a los cazadores y a la Administración que tome medidas porque «vai ser a agricultura ou eles». Los cazadores, comenta, realizaron una batida por la zona hace el fin de semana del 17 pero «dixeron que como non chovía os cáns non lle daban seguido o rastro, e nada».

Otros, señala, «din que non os ven» y bromea indicando que «vai ser que son invisibles, pero a mín si lle deixo aberta a porta da cociña entran para dentro».

El prado que tantos dolores de cabeza le está dando «está o lado da casa, a porta haberá unhos quince ou vinte metros da casa. Teño a radio posta, varios cáns mastíns e de raza cruzada con mastíns e nada, non teñen medo ningún, campan as súas anchas».

Lo último que probó estos días fue «botarlle un repelente pero debeulles encantar porque deixaron o prado todo fozado». Explica que «levamos anos loitando contra eles, e xa son unha plaga». Cada vez se acercan más a las zonas habitadas.

Entiende que «onde haxa humanos virá o xabarín porque sabe que alí hai comida» y cree que «o día que aprendan a tumbar os contenedores para buscar restos de comida, os concellos van ter un problema». Prueba de ese acercamiento, recuerda, es que «agora xa van a Universidade, en Ourense les queda descubrir as pozas, que cando vexan que hai auga quentiña alí van, en Santiago andaban fozando polo Monte da Condesa e por Lalín andiveron tamén pola rúa».

Este vecino del lugar de Carromao probó también con colonia «que din que non lles gusta» y pasa las noches saliendo a ratos en cuando los oye y medio en vela, pero no hay manera. Los animales, dice, se las saben todas y ya no tienen miedo «salgo a espantalos, vánse e o rato, xa volven tan campantes». Y eso «ano tras ano». «Estos son como o turrón ou as monecas aquelas do anuncio, sempre volven», sentencia.