El Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago, en colaboración con el centro de salud de A Estrada, realizó un estudio que constata los beneficios de esta alimentación
02 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Un grupo de 250 familias estradenses participaron en un ensayo clínico pionero que demuestra los beneficios de la dieta atlántica para reducir el síndrome metabólico y, con ello, el riesgo de sufrir enfermedades como la diabetes o la cardiopatía coronaria. Esta es una de las conclusiones que arroja el estudio realizado por un equipo del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (Idis) con la colaboración del personal del centro de salud de A Estrada y del Área de Gestión Integrada de Santiago, liderado por la doctora Mar Calvo Malvar.
Publicado en la revista científica JAMA Network, el ensayo está cobrando especial relevancia en los Estados Unidos, con medios como el Washington Post interesándose por este trabajo pionero. Junto a la investigadora principal forman parte del equipo los doctores Francisco Gude Sampedro, Alfonso J. Benítez Estévez, Rosaura Leis Trabazo y Juan Sánchez Castro, así como los profesionales del servicio de Atención Primaria de A Estrada.
Las familias estradenses se dividieron en dos grupos. Uno continuó con sus menús habituales y en el otro se intervino para cambiar sus hábitos nutricionales. Los miembros de este segundo grupo recibieron sesiones educativas sobre nutrición, participaron en clases de cocina dirigidas por un chef y material de apoyo como cestas de alimentos de origen local, típicos de la dieta atlántica. Durante seis meses evaluaron los efectos de la dieta atlántica tradicional desde dos puntos de vista: el metabólico y el medioambiental.
«Estudiamos cómo un cambio hacia un patrón dietético tradicional, saludable y de origen local podría afectar a las enfermedades relacionadas con la salud metabólica y si ese cambio podría alterar la producción de gases de efecto invernadero», explica la doctora Calvo Malvar.
Implicación medioambiental
Desde Idis destacan que es el primer trabajo que evalúa el consumo real de alimentos mediante un ensayo clínico controlado. En el apartado del impacto medioambiental los estudios previos se hicieron de un modo teórico, no con datos de alimentos de personas en un contexto de vida real.
En el cálculo de la huella de carbono de los alimentos consumidos colaboró el CRETUS Centre de la Universidad de Santiago (USC). Su personal constató que se produjo una reducción, pero la muestra no permite alcanzar una «significación estadística», aunque abre nuevas vías de investigación.
En cuanto al apartado la salud metabólica, el estudio si ha puesto en evidencia un «riesgo significativamente menor» de desarrollar esta enfermedad y menos componentes del síndrome metabólico en el grupo intervenido respecto al que seguía su dieta habitual.
Menos factores de riesgo
Según detallan desde el Instituto de Investigación, el síndrome metabólico corresponde a un grupo de afecciones que, en conjunto, aumentan el riesgo de sufrir cardiopatía coronaria, diabetes, accidentes cardiovasculares y otros problemas de salud graves. Advierten que este tipo de afecciones afectan a una cuarta parte de la población adulta en el mundo, suponiendo un grave problema sanitario y social.
Es por ello que cobra especial relevancia el estudio, demostrando el efecto positivo de la alimentación atlántica sobre la incidencia de nuevos casos del síndrome metabólico. «Identificamos que la alineación con un patrón dietético saludable regional, la dieta atlántica, se asocia con menores factores de riesgo estrechamente asociados a la salud metabólica, como la obesidad central o los niveles de colesterol», apunta la investigadora principal.
«Los cambios en la dieta representan una estrategia clave para evitar millones de muertes»
En lugares como Galicia jugamos con ventaja al contar con una gastronomía variada y saludable. Por ello resulta fundamental continuar impulsándola tanto en la hostelería como en el día a día. La dieta atlántica se basa en ingredientes frescos y de temporada, primando el vapor o los hervores antes que la fritura. El pescado y el marisco son protagonistas de una alimentación en la que los productos lácteos ocupan un lugar destacado, así como el aceite de oliva. El consumo de hortalizas como grelo, nabiza o repollo, y de frutas también son fuente de beneficios contra diferentes enfermedades.
«Desde una perspectiva de salud, nuestros hallazgos subrayan el papel crucial de la dieta como uno de los factores de riesgo modificables más importantes para las enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades crónicas», indican desde el equipo investigador. «Los cambios en la dieta representan una estrategia clave para prevenir millones de muertes en todo el mundo cada año», sostiene la jefa de grupo, Mar Calvo.
Involucrar a la población
Esta investigación desarrollada por el Idis pretende establecer unas bases para acabar con la obesidad y las enfermedades asociadas a través de una actuación comunitaria «que aborde los principales determinantes individuales y sociales que afectan a la salud alimentaria».
La doctora Calvo explica que con su estudio proponen «un cambio de paradigma para prevenir la obesidad y enfermedades relacionadas, con un enfoque de ambiente total, que involucre y active comunidades y barrios enteros».