La reserva del mueble de madera auténtica

Rocío García Martínez
Rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

E CUIÑA

La firma estradense García Lorenzo se abrió camino en los 70 poniendo la calidad por bandera y amuebló cientos de salones y dormitorios aún impecables. Hoy a su tienda peregrinan los alérgicos a la melamina

28 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No es fácil encontrar un mueble 100 % de madera maciza. Ya ni siquiera en A Estrada, que en su día fue la capital gallega del mueble con mayúsculas y aglutinó a muchas pequeñas industrias expertas en la fabricación de mobiliario de alta calidad. Hoy, muchas han cerrado y otras han sucumbido a las tendencias del mercado, que van más por el mueble de usar y tirar que por el mobiliario incombustible capaz de sobrevivir al paso de varias generaciones.

Sin embargo, en A Estrada todavía subsisten algunos de aquellos negocios familiares en los que la madera auténtica es la protagonista y el culto a la calidad sigue siendo la marca de la casa. Uno de ellos es García Lorenzo, con fábrica propia en el polígono industrial de Toedo y local comercial de exposición y venta en el número 70 de la calle San Paio.

La empresa nació en el año 1974 de la mano de Enrique García Lorenzo y su mujer, María Vázquez Pérez. Hijo de una humilde familia de agricultores de la parroquia de Matalobos, Enrique García se inició en el mundo del mueble a los 16 años. Corría el año 1952 cuando entró de aprendiz en la fábrica de muebles Valcárcel, donde se curtió bien como barnizador antes de hacerse empresario. «Quise dejar de ser obrero y monté una sociedad con otros compañeros de la fábrica. Éramos tres: Andrés Puga, Pepe Sande y yo», recuerda el empresario. Aquel experimento se llamó Pugarsa y arrancó en 1967 con una fábrica en la Avenida de Santiago, en el mismo local que hoy ocupa la firma Recambios Europa. Apenas un año después, en 1968, María Vázquez abría su primera tienda de muebles en la calle Irmáns Valladares, donde vendía las piezas salidas del taller de su marido y también otras de terceros.

El negocio fue bien y dio alas a la pareja para lanzarse al mercado en solitario con una fábrica y un local comercial bautizados como Enrique García Lorenzo. El complejo se construyó en los terrenos que María Vazquez tenía en la calle San Paio, exactamente en el mismo lugar donde hoy continúa la tienda, que ahora atiende su hija Manuela, administradora de la firma y heredera del negocio junto con su hermano Francisco.

Enrique García recuerda con añoranza aquellos comienzos en los que el negocio no hacía más que crecer y los pedidos llovían desde todas las esquinas de Galicia. «Los ochenta fueron la época dorada del mueble estradense. Se hizo mucho dinero. Entonces si un mueble costaba dos millones de pesetas era barato y ahora si cuesta 12.000 es caro. La gente dejó de consumir mueble bueno. Ahora no les importa si dura o no dura», cuenta el empresario. Va a cumplir 86 años y hace tiempo que está jubilado, pero sigue sin poder resistirse a visitar a diario el negocio para repartir consejos a pares a sus descendientes y a sus clientes. «Aún viene gente por aquí a la que le gusta verme», dice orgulloso. «Algunos son clientes de hace cuarenta y tantos años y no se olvidan de donde comprron el mueble. A mí también me gusta saludarles. Siempre bromeo y les digo: ‘Si vuelves dentro de diez años aquí seguiré'», comenta.

La fábrica de muebles Enrique García Lorenzo llegó a tener una treintena de empleados. «En aquella época había una decena de fábricas en A Estrada con entre 25 y 40 obreros y con tiendas propias. Siempre había un camión de muebles de A Estrada entregando mercancía en algún sitio de Galicia y era una publicidad tremenda», cuenta Enrique García. El empresario fue uno de los fundadores de la Feria del Mueble de A Estrada, que empezó como un pequeño salón del producto local y creció dando cabida también a expositores foráneos. Este año, si la pandemia lo permite, celebrará su trigésimo cuarta edición.

Tras la jubilación de Enrique, y de María, que siempre atendió la tienda, sus hijos Manuela y Francisco han tomado las riendas. La empresa se apaña ahora con cinco trabajadores en plantilla, pero es de las pocas que ha podido salir airosa de la crisis que se ha llevado por delante a muchos otros nombres míticos del mueble estradense.

Una de las claves de su éxito es la apuesta por la calidad, aunque signifique ir un poco a contracorriente. Por supuesto, para poder atender a las necesidades de todos los clientes, la empresa oferta todo tipo de muebles. Desde los de melamina o tablero con rechapados de todos los tipos y precios a los de madera maciza. Sin embargo, lo que realmente diferencia a la marca García Lorenzo es el mueble de madera auténtica.

«Sigue habiendo clientes que buscan mueble de mucha calidad y eso hoy en día no es fácil de encontrar. Muchos llegan aquí por el boca a boca, porque vieron un mueble nuestro en casa de alguien o buscando en Internet. Te preguntan: ‘¿Es de madera madera?», cuenta Manuela García. «Es un producto más caro, todo el mundo lo sabe, pero quien lo quiere lo busca y lo paga. Tenemos clientes de toda Galicia», explica. «Yo siempre dije que lo barato sale caro. Un mueble bueno, en realidad sale barato porque te va a durar mucho más», puntualiza su padre.

«A mucha gente le gusta cambiar a menudo de muebles y escoge los más económicos, pero en realidad la calidad sale más barata a la larga y es más ecológica, no se genera tanta basura», explica Manuela.

Además de la calidad, la otra gran baza de García Lorenzo es la fabricación a medida de cualquier diseño. Como en todo, en muebles también hay modas. «Ahora están tirando las líneas más rectas, más puras, y la madera de castaño con acabado natural», dice Manuela. Lo bueno de la empresa es que, sea lo que sea lo que el cliente imagina, puede hacerlo. García Lorenzo es una firma con amplia experiencia, los pies en la tierra y una única meta: «Poder seguir haciendo muebles».