El olivar estradense empieza de cero

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

E CUIÑA

Juan Carlos Mosquera ha replantado sus fincas sustituyendo la variedad arbequina por una autóctona con adaptación al clima gallego contrastada

20 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando las cosas no van bien, a veces es mejor cortar el problema de raíz y empezar de cero. Esa es la decisión que ha tomado el estradense Juan Carlos Mosquera, uno de los productores estradenses que hace casi una década se iniciaron en el cultivo del olivo aprovechando las ayudas del proyecto Cernes. El Cernes era un plan piloto que buscaba la implantación local de este cultivo con el objetivo final de crear un aceite 100 % gallego. A su calor se plantaron 37.400 olivos en 16 fincas. Sin embargo, los reveses derivados del clima gallego, la falta de cultura olivarera en Galicia y también, en algunos casos, la falta de cuidados, arruinaron muchas plantas. Algunas plantaciones, gracias al empeño de los productores, consiguieron salir adelante. Es así como en A Estrada llegaron a lanzarse dos marcas de aceite: Ouro da Chousa y As Besadas.

Expertos de prestigio nacional, como el oleólogo y técnico de campo Ramón Pulgar, consideran que el principal problema de la olivicultura en A Estrada fue la apuesta por la variedad arbequina, poco adaptada al clima gallego, y por el cultivo superintensivo. El especialista constata que la olivicultura en Galicia es una actividad heroica por tener que enfrentarse a un clima adverso y a diversos hongos y plagas que obligan a efectuar numerosos tratamientos. No obstante, Pulgar asegura que, con dedicación y empeño, el olivo puede florecer en Galicia. Siguiendo sus consejos, el productor estradense Juan Carlos Mosquera ha decidido hacer borrón y cuenta nueva. En septiembre arrancó los olivos de la variedad arbequina que tenía en una parcela de 12.000 metros cuadrados y esta semana ha iniciado la plantación de nuevos árboles de una variedad gallega.

Según explica Mosquera, tras arrancar las plantas antiguas, la tierra se aireó y se llevó a cabo una analítica del terreno para conocer sus cualidades. Con ella se comprobó que el ph era el adecuado (6,4). «Aplicouse un pouco de fosfato para a planta nova, tapámola con terra fértil e metémoslles microorganismos para que enraíce ben. O cepellón métese a 40 centímetros de profundidade, tápase con terra fértil, písase e átase a un tutor», resume Mosquera.

Las plantas, con tres años de vida y 1,90 metros las de menor tamaño, proceden de Vedra, del Pazo de Santa Cruz de Ribadulla. Han crecido de esquejes de los árboles más sanos y más generosos en frutos del pazo. Se trata de ejemplares autóctonos de olivo con más de 400 años de vida. Están todavía sin catalogar, pero su adaptación al clima y su rendimiento están contrastados.

Mosquera conoce bien los olivos del pazo. Hace dos años que cosecha allí aceitunas para mezclar con las suyas y fabricar la marca Ouro da Chousa.

El estradense ha adquirido 2.000 plantas. Él plantará 350 en los 12.000 metros cuadrados que antes dedicaba a la arbequina y en otra parcela contigua de 14.000 acondicionada expresamente para el cultivo del olivo. El resto de las plantas las pondrá a la venta. De hecho, algunas ya tienen dueño.

Además de cambiar de variedad, Mosquera también ha cambiado de modalidad de cultivo Esta vez en lugar de optar por el superintensivo ha preferido plantar los olivos a 8 metros de distancia. Según explica, este sistema facilita la recolección, minimiza la contaminación entre plantas y permite que con el tiempo los árboles sean más productivos. Mosquera espera que en un par de años sus plantas estén produciendo y en siete alcancen el tope de producción. Entretanto, este año producirá su Ouro da Chousa con aceitunas de las variedades picual y brava y mansa gallega compradas en Quiroga.