El primer parque de bolas de A Estrada cierra por el covid y la subida eléctrica

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

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Pícaros echa el cierre definitivo cuando estaba a punto de cumplir 20 años

24 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El coronavirus primero y la desorbitada subida de la luz después han dado la estocada definitiva al que fue el primer centro de ocio infantil de A Estrada. Se llamaba Pícaros y desde el año 2003 ofrecía diversión y conciliación desde el número 9 de la calle Castelao. El local tuvo que cerrar por la pandemia en aquel fatídico mes de marzo del año 2020. Una año y medio después, la responsable del negocio ha echado cuentas y ha tomado la decisión de no reabrir. «Una retirada a tiempo es una victoria», constata Ana Belén Janeiro Laceiras, que estuvo al frente de Pícaros desde el año 2009.

«Fuimos el último sector en poder abrir y además la reapertura llegó con unas condiciones con las que no me dan las cuentas», comenta Janeiro. «Nosotros últimamente vivíamos sobre todo de la celebración de cumpleaños. Teníamos todos los fines de semana cubiertos. Ahora, tal como están los aforos y las restricciones, no es rentable. Antes podíamos celebrar varios cumpleaños el mismo día y coger otros niños a mayores porque las instalaciones son amplias y había espacio suficiente. Ahora solo puede haber más de un grupo si no interactúan, pero en la zona de juegos eso es casi imposible. No puedes estar prohibiendo todo el tiempo», dice. «Con un local tan grande no te compensa abrirlo para un grupo muy pequeño. Si aún fuese en propiedad podrías probar, pero siendo alquilado es difícil. Además, la gente todavía sigue siendo un poco reticente a las celebraciones infantiles en interiores», explica Belén Janeiro.

«Ahora los cumpleaños son más pequeños, pero el personal necesario es casi el mismo porque necesitas una persona en la entrada, vigilancia en el acceso al baño, control extra para que los niños no se toquen... Además, ahora las meriendas tienen que ser individuales...», comenta.

A mayores, la subida de la luz ha sido el argumento definitivo para echar el cierre. «El local es amplísimo y la calefacción y todo lo que hay es eléctrico. Tal como se disparó el precio de la luz no lo veo sostenible en invierno. Llevamos año y medio sin facturar. Me da pena, pero si abrimos ahora con más gastos que nunca y con los cumples a cuentagotas, creo que podríamos acabar metiéndonos en deudas. Los cumples no van a volver a ser lo de antes de momento, pero la luz y el seguro no entienden de aforos. Así es que el 40 % de los centros de ocio han cerrado tras la pandemia», explica Belén Janeiro.

Pícaros había abierto sus puertas hace casi veinte años. En realidad, nació con otro nombre. En sus orígenes era Elfos Parque y había nacido como un negocio sustentado en la necesidad de conciliación de las familias estradenses. Entonces, cuando los niños dejaban la escuela infantil, las familias con trabajos de tarde no tenían en A Estrada muchas opciones para conciliar. No existían ni Soei ni 4 Elefantes. Ni el Espazo Concilia, la ludoteca municipal que años después llegó para cubrir esas necesidades.

La directora de la escuela infantil Elfos, Marisa Moimenta, conocía bien las piruetas que tenían que hacer a veces las familias para conciliar, así que se le ocurrió abrir Elfos Parque. Fue la primera ludoteca y centro de ocio infantil de A Estrada. Años después, en el 2009, Ana Belén Janeiro cogió el traspaso del negocio y echó a andar Pícaros. Detrás vinieron Brincadeira -que tuvo una intensa pero efímera vida en la calle Justo Martínez-, Eureka Park -Avenida de Vigo- y Churumbeles -Avenida de Santiago-. De todos estos centros de ocio infantil, el único que ha logrado sobrevivir es Eureka Park.

En alquiler

El local de Pícaros está ahora en alquiler. Dispone de 550 metros cuadrados distribuidos en una biblioteca, una sala de informática, una sala de juegos y una ludoteca.

Pizza Park, en Lalín, mantiene el suyo cerrado y solo se usa para cumpleaños

En Lalín, la pandemia obligó al restaurante Pizza Park de Lalín a cerrar su gigantesco parque de bolas. Unas instalaciones que hacían las delicias de los más pequeños y que suponían un aliciente importante a la hora de sumar clientela al restaurante ya que los padres podían cenar o comer tranquilamente mientras los pequeños, que no entienden de sobremesas, podían divertirse bajo la vigilancia de sus padres que podían seguir sus movimientos a través de pantallas.

Su propietario, Antonio Albano, explica que cerraron en marzo del 2020 con el inicio del confinamiento y no volvieron a abrir el parque de bolas al público. Después de este verano reactivaron ahora la celebración de cumpleaños en el local, que era ya un servicio que prestaban antes de la pandemia.

Señala que «estamos teniendo muy poquita cosa, aunque llaman y preguntan y estamos viendo que hay mucho interés en que el parque de bolas se vuelva a abrir al público ya con normalidad, pero no lo podemos hacer porque no tenemos clara la normativa al respecto». Las instalaciones del parque de bolas se están utilizando estrictamente para los asistentes a los cumpleaños en horario en el que está cerrado el restaurante y para niños de la misma familia o del mismo curso.

El parón está siendo muy grande porque en su caso, el volumen de clientela estaba relacionado también con estas instalaciones infantiles que orientaban la clientela del restaurante especialmente hacia un público familiar. Las pérdidas de clientes derivada de esta situación las intentan compensar con la venta de comida a domicilio con un servicio de reparto con el que ya contaban antes.

Eureka Park recupera los cumpleaños, con un único grupo y merienda individual

El Eureka Park es el único parque de bolas que ha sobrevivido en A Estrada. Cerró en la pandemia e intentó reabrir el otoño pasado, pero en dos meses tuvo que volver a cerrar sus puertas. Desde julio está abierto ininterrumpidamente. El horario es de lunes a jueves de 17.00 a 21.00 horas, los viernes de 17.00 a 23.00, los sábados de 12.00 a 23.00 y los domingos de 12.00 a 22.00. La demanda no ha vuelto a las cifras previas a la pandemia ni mucho menos, pero las celebraciones de cumpleaños se están recuperando. Eso sí, según explica Jessica Aido, son cumples diferentes y menos rentables que antes. Ahora el local se cierra para un único grupo independientemente del número de invitados, las meriendas son individuales, el uso de mascarilla es obligado y no hay pintacaras. Los padres no pueden entrar al recinto y hay una tarta ficticia para no soplar las velas sobre la que se va a degustar.