Los mejores sueños se convierten en tartas

A ESTRADA

Miguel Souto

Doce, el obrador de magia dulce. Mila ha hecho de sus tartas su santo y seña. «O que máis me gusta é a cara de felicidade que se lle pon á xente cando abre a caixa», dice desde A Estrada

13 mar 2021 . Actualizado a las 12:06 h.

La vida es sueño, y los sueños, sueños son. Nos lo lleva diciendo 400 años largos Calderón de la Barca. Claro que quizá si el maestro del Siglo de Oro español viviese hoy y se encontrase entre los agasajados con una de las creaciones de la estradense Mila Magariños, su perspectiva de los sueños se abriría a un mundo sensorial de luz y de ilusión. Las que pone en cada una de sus obras y las que encuentra reflejadas en los ojos de una clientela fiel que no para de crecer cuando todavía no ha soplado las primeras tres velas de Doce. Un obrador de repostería creativa al que Mila insufla toda la pasión de una niña criada en una panadería familiar y que ha hecho de sus tartas un signo de distinción. De su marca y de quien tiene el buen tino de echar mano de ellas para alegrarle su día a alguien especial.

Un oboe con una partitura en 3D, las garras del mutante Lobezno atravesando en alto el esponjoso bizcocho, la reproducción del coche que tanto quiere la pareja, decenas de mariposas volando hacia esos dos números que anuncian un nuevo año cumplido lleno de posibilidades; una jarra de cerveza bien fría tamaño XXL con su rica espuma, aunque sin pizca de alcohol. Las probabilidades de encontrarse ante lo que uno más quiere, valora o desea al descubrir su tarta se disparan cuando quien ha pensado en ti lo deja todo en manos de Mila.

«A min o que me encanta é ver cando veñen buscar a tarta a cara que se lle pon á xente ao abrir a caixa. Hai algúns que se emocionan moitísimo» al comprobar cómo la repostera ha sido capaz de trasladar a una base de bizcocho lo que le han pedido.

¿Cuál es el proceso para lograrlo? «O proceso creativo é que non teño proceso. Penso o que quero facer e, cando me poño, ao mellor acabo facendo algo totalmente distinto. A lo loco!», cuenta Mila echándose a reír. «Hai xente que che di exactamente o que quere, ou viu unha das miñas tartas nas miñas contas en redes sociais e quere unha exactamente igual; e outros danche unha idea xeral para traballar sobre ela».

 

LA ABUELA

Entre las tartas para niños triunfan los encargos sobre series y películas de dibujos, pero por encima de todo Harry Potter. Los adultos «tiran máis cara as profesións e ultimamente personaxes de manga». Y después están los encargos singulares. Como el de una clienta que el año pasado le pidió para su madre octogenaria una casa de piedra de aldea en 3D que le recordase a la suya, con una foto de sus nietos, esos que no pudo ver en tantos meses, asomándose por una ventana.

Mila, que trabajó once años en una copistería y se atrevió a montar su propio negocio después de seis fuera del mercado laboral tras nacer su segunda hija, cuenta: «Fago todas as tartas coma se fosen para min». Confiando en entregar una dulce y sabrosísima «ilusión. Ilusión por ter algo especial, que sexa teu, no teu día». La misma ilusión con la que de niña «metía as mans para axudar a miña avoa na panadería cos bolos de manteiga e coas roscas» en ese país de las maravillas llamado infancia; de cuentos contados que te dejan contento con tus lindos sueños.