Joyería Fondevila, de la medalla al smartwatch

Rocío García Martínez
Rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

E CUIÑA

El comercio estradense fundado en 1950 por Eligio Fondevila lleva décadas poniendo brillo en las fechas señaladas; antaño despachaba a destajo medallas religiosas y hoy vuelve el oro y triunfa el reloj inteligente

08 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En la Joyería Fondevila de A Estrada el regalo estrella de estas Navidades ha sido el reloj inteligente. La oferta de artículos, marcas y modelos se ha ido multiplicando con el paso de los años y los gustos de los clientes han ido cambiando, pero la máxima del negocio sigue siendo la misma que cuando abrió: ofrecer al cliente joyería de calidad desde el corazón de A Estrada.

La historia del negocio se remonta al año 1950. Según cuenta el actual responsable, José Manuel Fondevila, por aquellas fechas su padre, Eligio Fondevila Romeo, alquiló un bajo en la calle Fernando Conde para empezar de cero. Hijo de un sastre de Rellas (Silleda), Eligio había aprendido el oficio de relojero en la relojería silledense Fernández. En busca de una clientela propia y sin afán de hacerle la competencia a su maestro, Eligio se asentó en A Estrada. Entonces ya había comenzado su noviazgo con Placeres López Mahía, una joven de A Bandeira que acabaría siendo su mujer. «Iba e viña a vela a Silleda en bicicleta, que daquela era un ferro con dúas rodas», cuenta su hijo José Manuel. Con el tiempo se casaron. Placeres se instaló también en A Estrada y se convirtió en el alma del negocio. «Meu pai dedicouse máis ao taller e ela foi a que estivo sempre de cara ao público», explica José Manuel. En el taller, Eligio estuvo acompañado casi desde el principio por su hermano Ubaldo Fondevila.

Los inicios fueron duros. Eligio acudía periódicamente a la feria de A Bandeira para atender allí un pequeño local con el que conseguía unos ingresos extra. «Iba no autobús de línea e levaba nunha maleta toda a mercancía. Hoxe sería impensable ir con todo iso encima», dice su hijo.

En la relojería Fondevila, además de relojes y joyas llegaron a venderse también radios y televisores. Fue una etapa casi anecdótica, antes de que apareciesen los establecimientos especializados en esos aparatos.

Tras el despegue en la calle Fernando Conde, la relojería Fondevila se fue acercando al centro. Primero se trasladó a un bajo en la calle Calvo Sotelo y, una década después, abrió sus puertas en un local propio en la Praza de Galicia: el mismo que sigue ocupando hoy en día.

Eligio Fondevila falleció el año pasado, a un mes de cumplir los 99 años de edad. Toda su vida la pasó en la joyería e incluso jubilado le gustaba visitar el negocio. Siempre daba buenos consejos, sobre todo en relación con la reparación de los relojes mecánicos que él mismo había vendido hace más de cuarenta años.

Desde su jubilación, al frente del negocio se quedó su hijo José Manuel, que durante años compaginó la atención de la joyería con la de la óptica que él mismo fundó. Y es que para José Manuel el negocio familiar no fue la primera opción profesional. José Manuel se tituló en Óptica y abrió en A Estrada uno de los primeros establecimientos de esta rama. «Cando meu pai decidiu xubilarse, díxome que ou ía eu para alí ou había que pechar, así que levo 35 anos na xoiería», cuenta. Al principio, José Manuel compaginaba la atención en la óptica con la de la joyería, pero al contar con personal titulado en la óptica fue centrándose en la joyería, a la que ahora se dedica en exclusiva junto con Marián López Neira -que lleva 35 años en el negocio- y Marta Sucasas Álvarez, que se ha incorporado hace un año.

José Manuel ha sido testigo de los cambios en el negocio desde los años ochenta. Antes, por ejemplo, era más que habitual regalarle una cadena con una medalla con una imagen religiosa a un recién nacido. «Agora moitos pais non llas queren. A xoiería relixiosa decaeu moito, aínda que para bebés se seguen a vender xoias: pendentes para nenas ou pulseiras», cuenta. En los regalos de boda también se ha notado un cambio. «Antes, cando había unha voda, vendíanse, ademais das alianzas, uns xemelgos ou un reloxo para o noivo, unha pulseira ou sortixa para ela e regalos para os pais, para os sogros... Agora só se manteñen o anel de pedida e as alianzas», explica. Atrás han quedado también las décadas en las que los emigrantes que regresaban a la comarca en verano o en Navidades hacían grandes inversiones en joyería.

La venta de oro ha decaído respecto a los míticos años 80, en parte por el ímpetu de la plata de diseño. Sin embargo, últimamente se ha notado un repunte. «Igual é porque a cotización está subindo polo tema da pandemia», aventura José Manuel.

Desde 1950

Dónde está

En el número 15 de la Praza de Galicia, en A Estrada