La experta recomendó en A Estrada dar responsabilidades y hacerlo por igual para niños y niñas
17 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.La psicopedagoga Gloria Fontán ofreció ayer un dato revelador en A Estrada. Durante 13 años estuvo vinculada al departamento de recursos humanos de una empresa nacional y comprobó de primera mano que el 90 % de las excedencias para cuidado de hijos o de mayores eran solicitadas por mujeres. «Se va viendo que hay familias en las que existen hombres que participan en el cuidado y crianza de los hijos y en las tareas del hogar, pero sigue habiendo muchos hogares donde es la mujer la que asume ambas cosas, renunciando muchas veces a su crecimiento profesional», explica.
Gloria Fontán inauguró las jornadas de la Escuela de Familias organizadas dentro del proyecto de promoción de la igualdad impulsado por la Anpa Picariños del CEIP Figueiroa. Según explicó, «la ausencia de corresponsabilidad genera tensiones en casa, a menos que la mujer se conforme». «Y aún así genera una carga emocional y puede aparecer rencor hacia la pareja que no se gestiona y que muchas veces se manifiesta en cosas que no tienen que ver con las tareas domésticas», cuenta. «Hay un factor cultural muy fuerte y es habitual que la mujer viva la falta de corresponsabilidad desde el victimismo y utilice la queja como petición de cambio. Pero quejarse solo provoca frustración e insatisfacción en la pareja. Hay que actuar y el cambio empieza en ti. Si hay voluntad, se puede hacer a cualquier edad: poner límites, delegar responsabilidades y exigir que se cumplan...», ejemplifica la experta.
Educando sin distinción
Para educar a los menores en la corresponsabilidad considera imprescindible dar ejemplo en casa. «Si ven que tanto papá como mamá hacen la comida, planchan o limpian, viven esto como una situación normal y cuando sean adultos seguirán este modelo», explica la psicopedagoga.
«Es importante también darles responsabilidades a niños y niñas desde pequeños y hacerlo sin distinción. A veces se da el caso de que en una familia la niña se hace su cama y el niño no. Un niño y una niña de siete años los dos están igualmente preparados para hacerlo», constata.