Una plaza deslumbrante, literalmente

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

R. G.

Cuando el sol pega los 2.209 metros de hormigón blanco obligan a entornar los ojos para sobrellevar la luz

19 mar 2019 . Actualizado a las 09:05 h.

La ampliación y reforma de la alameda de A Estrada y su entorno estaba destinada a ser una obra grandiosa. Una actuación grandilocuente en el corazón del casco urbano. Era visto que no iba a pasar desapercibida. Lo que muchos no se esperaban era que iba a ser además deslumbrante. En el sentido literal del término.

Dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE) que deslumbrar es «ofuscar la vista o confundirla con el exceso de luz». De acuerdo con las otras dos acepciones, deslumbrar puede ser también «dejar a alguien confuso o admirado» o «producir gran impresión con estudiado exceso de lujo». No va por ahí la cosas. En el caso de la Praza do Concello de A Estrada, la acepción más ajustada es la primera. Los 2.209 metros cuadrados de superficie continua de hormigón pulido blanco convierten en explosión de luz cada rayo de sol que se cuela en la plaza en esta recta final del invierno.

La extraordinaria luminosidad de la plaza se ha convertido en el tema de moda en A Estrada. Superados los debates sobre la retirada de la pérgola, el polémico picado del pavimento de granito o la apuesta por una superficie de hormigón, todos los comentarios apuntan ahora a la sensación de deslumbramiento. Los estradenses aseguran que tienen que entornar los ojos al atravesar la plaza o echar mano de las gafas de sol. Alguno hasta asegura que le da sensación de mareo.

El gobierno estradense, sin quererlo, le ha hecho la competencia a la marina rusa. Es noticia últimamente que varias fragatas rusas estrenan dispositivos de interferencia visual de última generación. Modulando el brillo de la radiación de la luz ciegan temporalmente al enemigo y aniquilan los sistemas de observación y puntería de las armas del contrincante.

No es probable que la intención del gobierno estradense haya sido la de cegar a nadie, pero el caso es que la plaza deslumbra de veras. Y lo peor aún queda por venir. Para muestra ya es suficiente, pero todavía quedan por hormigonar parte de los 2.209 metros de superficie total que tendrá la plaza y todavía están por venir los días de sol de veras.

Por otra parte, la luminosidad no es el único problema que acusa la plaza. Y, a juicio de muchos, tampoco el más grave. Se ha podido comprobar también en los primeros días de estreno lo poco sufrido que es el nuevo pavimento. Huella que se marca, huella que se queda. En los días de lluvia pasados, con el entorno en obras, algunas partes de la plaza llegaron a acumular visibles improntas de barro por todas partes. Y el fin de semana, con el estreno oficial de la superficie abierta al tránsito, aparecieron las primeras roderas, testigos del disfrute de la plaza en bicicletas y patinetes. Los estradenses ya han hecho suya la plaza. Hay quien augura que la luminosidad se corregirá en dos meses a golpe de barro y roderas. Triste consuelo.