A Estrada busca casas de acogida para los perros rescatados de la calle

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

miguel souto

Somos súas voces ha gestionado desde octubre el bienestar de 30 canes y gatos

18 feb 2018 . Actualizado a las 09:09 h.

El colectivo estradense Somos súas voces ha lanzado un SOS en las redes sociales. Se necesitan casas de acogida o adoptantes para ocho perros abandonados que han sido rescatados de las calles de A Estrada.

Somos súas voces es un grupo informal de vecinos de A Estrada con vidas dispares pero con una preocupación común por los animales abandonados. Integra a 47 personas que se organizan a través de un grupo de WhatsApp creado el 24 de octubre a raíz de una publicación en Facebook sobre un perro callejero. Aquel caso con final feliz fue el primero de una treintena de rescates de canes y gatos que el grupo ha protagonizado desde entonces.

El equipo cuenta con una veterinaria que explora los animales rescatados, un adiestrador que ayuda a que los canes acogidos recuperen la confianza en el ser humano, varios voluntarios de perreras con experiencia en el mundo canino y un montón de vecinos que ponen todos los medios a su alcance para proporcionar bienestar a los animales. El equipo asume el coste de la recuperación y castración de los animales y les hace hueco en sus hogares hasta que aparece el adoptante idóneo.

Sin embargo, cuanto mejor funciona el grupo, menos perros hay en la calle y más problemas de espacio tienen en casa los colaboradores. Muchos viven en pisos donde les resulta difícil acoger animales y, los que tienen otras opciones, cuentan con varios rescatados a su cuidado.

Acogida limitada o indefinida

En este contexto, el colectivo busca ciudadanos que puedan echar una mano. Ofrece acogidas limitadas -el tiempo que se pueda- o indefinidas hasta que se encuentre un adoptante.

El objetivo: salvar a los animales de la perrera. Según explica, Rocío González, una de las integrantes del grupo Somos súas voces, la perrera tiene que ser siempre la última opción. «Os caniles están sobrepasados, están por riba das súa capacidade. Se é un cachorro o que entra, ten posibilidades de ser adoptado. Se é un can vello, mandalo á perrera é destinalo á morte», cuenta. «Non se di abertamente, pero se non hai capacidade suficiente e o can é vello e sen posibilidades de ser adoptado, o que lle queda é a eutanasia», explica.

«Para sacar un can da perrera tes que contribuir a unha serie de gastos de vacunación, identificación ou castración. Se non atopamos nós adoptante dándoo gratis, imaxina na perrera. Nós para os cans de raza atopamos familia en tres días, pero para os outros costa», comenta.

Piden la creación de una colonia de gatos controlada

El colectivo ahora informal aspira a convertirse en asociación con el tiempo. Entre sus proyectos está la creación de una colonia de gatos controlada en A Estrada. Según explican, en el municipio hay muchos gatos callejeros. La idea sería gestionar la colonia local. Castrar a los gatos y habilitar un espacio específico para ellos con casitas en las que refugiarse. El colectivo se encargaría de llevarles la comida diariamente.

La historia de un perro sarnoso que dio origen al colectivo

El grupo Somos súas voces se gestó a raíz de un anuncio en Facebook sobre un perro que vagabundeaba por A Estrada con una barra de pan en el hocico. Todo el mundo lo había visto en algún lugar, pero nadie sabía dónde encontrarlo. Así que se organizó un rescate vía WhatsApp. Era un viejo perro de caza abandonado que tenía la sarna. Una joven se ofreció para darle un hogar si conseguían rescatarlo de la calle. Y empezó la búsqueda. No fue fácil. Las primeras indicaciones situaban al animal en las inmediaciones del colegio de O Foxo. Pero allí no estaba. Así que la patrulla de rescate se metió al azar por unas pistas de aldea y, de casualidad, dio con una casa en la que le dieron indicaciones exactas del paradero del animal.

Cogerlo no fue fácil. A pesar de que los rescatadores llevaban suculentos manjares, el perro no se dejó tocar. Fue precisa una segunda visita para atraparlo mientras dormía.

El perro llevaba dos años abandonado. Su curación y puesta a punto costó 250 euros que el colectivo pagó de su bolsillo.

Faltaba una parte fundamental: que el animal volviese a confiar en las personas. Un adiestrador canino que se sumó al grupo consiguió que Anxo superase su miedo a relacionarse con los humanos. El colectivo encontró una asociación que se ofreció a acoger a Anxo -así es como bautizaron al perro- para buscarle un hogar definitivo. Lloros y más lloros entre los rescatadores. Finalmente, Anxo se fue a una casa donde a fuerza de mimos está completamente recuperado. «En los vídeos que nos mandan vemos la felicidad perruna», se felicitan desde Somos súas voces.