Una ferretería con alma de museo en A Estrada

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

miguel souto

El local se conserva tal cual abrió tras la posguerra, arrastra clientes de fuera en busca de reliquias y ha salido en la BBC

03 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En el número 3 de la calle Calvo Sotelo hay una ferretería que obliga a volver la vista atrás. No es por su cartel luminoso porque no lo tiene. Ni lo necesita. Su carta de presentación son tres grandes portalones de hoja doble que dejan entrever un interior sacado de una estampa del siglo pasado. Detrás del impresionante mostrador de madera de pino se encuentra el propietario, José María Sanmartín. Rehúye las cámaras de fotos, pero es hombre de trato agradable y buen conversador. «Moita xente de fóra, ó pasar, comenta: ‘Mira, es una ferretería como las de antes, con todo de madera’», cuenta José María. «Outros asoman a cabeza e piden permiso para entrar a mirar», cuenta.

Él siempre les da paso, orgulloso de regentar un negocio que permanece intacto desde su apertura tras la posguerra. Lo abrió su padre, José Sanmartín Rey, cuando lo echaron del trabajo. «Traballaba de delineante na fábrica de armas da Coruña e, por Deus ou pola política, botárono fora», explica José María. «Non lle gustaba falar diso», indica.

El caso es que José Sanmartín abrió en A Estrada la ferretería El Yunque y que el local permanece hoy igual que cuando se estrenó. Suelo de cemento desgastado por miles de pies, mostrador de madera con portezuela, estanterías artesanales y balanza de principios del siglo XX que aún hoy se usa para vender a granel puntas o cuerdas. Nada desentona. Todo es coherencia. Tanta, que por medio de un cliente inglés, la ferretería ha acabado saliendo hasta en la BBC.

El local esconde pequeños secretos. Como un ejemplo sublime de reciclaje del de siempre. Las cajas de madera en las que llegó la mercancía cuando abrió el negocio, fueron reaprovechadas para fabricar las estanterías colocadas en la parte posterior de la tienda, en las que se puede leer todavía la dirección de envío del material. O el despacho repleto de libros de latín y griego donde José María estudió la carrera. Porque José María Sanmartín ha sido profesor de lenguas clásicas antes que ferretero. Aunque al final le pudo el gen Sanmartín. «A unha rama da nosa familia tíranos moito o mundo dos negocios», confiesa.

A José María el oficio de comerciante le gustó desde pequeño. A los siete años ya se ofrecía para ayudar a su padre. «O día anterior ás feiras preparaba paquetiños de puntas que se vendían para arranxar os zocos ou para outros arranxos», recuerda.

El negocio familiar lo vio siempre como «un seguro de vida» y un lugar de paz. Por eso cuando de jovencito decidió estudiar Clásicas montó su estudio y su biblioteca en la trastienda del local. Entre libros y puntas sacó la plaza de profesor de Latín y Griego. Ejerció la docencia durante 33 años. Pero cuando su padre falleció en 1982 no dudó en dejar la plaza para coger las riendas del negocio familiar. «Ata o inspector me preguntou se o pensara ben, pero eu tíñao clarísimo. Esto sempre me encantou e a ensinanza deixeina por hastío», explica. «Se poidera seguir impartindo clases de Grego e Latín seguiría, pero esas asignaturas perderon vida e eu o último ano estaba dando outras a disgusto. Non estou disposto. Ademáis eu fun sempre de Bacharelato e estaba dando na ESO e non vía motivación. O estudio é áspero...», comenta.

Reliquias para nostálgicos

José María -que escribe solo a mano y con pluma y escapa de Internet- buscó refugio en su ferretería del siglo pasado, donde despacha encantado todo tipo de accesorios para el campo y algunas reliquias del pasado que los nostálgicos vienen a buscar desde la otra punta de España por obra y gracia del boca a boca.

«Mentras teña forzas, aquí seguirei», asegura. Ya le han llegado ofertas de compra del local pero, mientras viva, José María mantendrá intacto su museo.

Cajas clasificadoras hechas a mano

La espectacular ferretería no es exactamente como lo era El Yunque en su época. El empeño de José María por preservar la historia del oficio le llevó a comprar otra ferretería mítica de A Estrada cuando sus dueños decidieron echar el cierre. Fue así como los cientos de cajitas artesanales de madera en las que se clasificaba la mercancía en la ferretería Parrondo adquirieron segunda vida en el negocio de Sanmartín. «O meu pai traballaba con caixas de cartón que se ían degradando co tempo. Na de Parrondo tiñan caixóns clasificadores feitos á man por un dos irmáns, Antonio Parrondo. Non hai nada igual», explica José María.