Un centenar de personas se mojan en A Estrada «por un traballo digno»

A ESTRADA

Se corearon consignas como «<span lang= gl >Traballo digno na nosa terra</span>» o «<span lang= gl >Reforma laboral, terrorismo patronal</span>».
Se corearon consignas como «Traballo digno na nosa terra» o «Reforma laboral, terrorismo patronal». M. S.< / span>

La manifestación del 1 de mayo puso el acento en el vaciamiento de los polígonos industriales de la comarca dezana y la emigración juvenil

02 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El mal tiempo mermó ayer la afluencia a la manifestación comarcal del primero de mayo convocada por la CIG y celebrada en A Estrada. No obstante, no amilanó a los participantes, que pese a la lluvia decidieron recorrer las calles coreando consignas contra la reforma laboral y en defensa de la clase trabajadora.

Un centenar de personas secundaron la convocatoria, la mitad que en ediciones anteriores, según los cálculos de la organización. Entre las organizaciones políticas, solo tuvieron presencia el BNG y Móvete, con participación de los alcaldables nacionalistas de A Estrada y Forcarei, Xosé Magariños y Roberto Jorge, y de la candidata de Móvete, Mar Blanco.

Los manifestantes culminaron el recorrido urbano con una concentración en la Praza do Mercado, en donde se cantaron la Internacional y el Himno Galego e intervino el responsable local de la Confederación Intersindical Galega (CIG), Antón Álvarez Merayo.

La intervención puso el acento en la difícil situación que se sigue viviendo en Deza y Tabeirós-Montes día a día pese a los indicios de mejora de la macroeconomía. «A Estrada levou un golpe moi forte coa crise, pero no Deza hai polígonos que pasaron de ter 80 empresas a seis», destacó Álvarez Merayo. «En Botos queda unha empresa e media e o polígono Área 33 en Silleda, onde antes Cometal enchía todo, agora é practicamente inexistente e só quedan pequenos autónomos», indicó el portavoz sindical.

Álvarez Merayo resaltó además el elevado porcentaje de jóvenes que rondan la treintena y que se están viendo obligados a emigrar , sobre todo a Euskadi o a Europa. «Un grupo de ex traballadores de Industrias González está en Panamá traballando na ampliación do canal», constató.

Trabajos inestables

El sindicalista matizó los datos que hablan de un crecimiento exponencial del empleo. «É certo que se vai creando emprego, pero non de calidade. Hai dez anos cando un traballador entraba nunha empresa facíao pensando en quedar toda a vida. Agora créase un emprego que non xera estabilidade», explicó. «Os traballos de nova creación son a tempo parcial e con salario parcial e para chegar a fin de mes moitas veces precísase máis dun traballo», comentó.

El responsable local de la CIG terminó la intervención en clave optimista. Indicó que «as cousas pódense mudar cambiando a nosa forma de existir calada e mansa» e invitó al auditorio a participar en las próximas convocatorias electorales «apostando por unha organización de esquerda que crea na clase traballadora». «Senón seguiremos sendo un almacén de materias primas», vaticinó.

El punto final lo pusieron tres vivas para el primero de mayo, para la «clase obreira galega» y para el sindicato convocante.

Destacan el caso del personal del SAF de Forcarei, con sueldos por debajo del convenio

Como ejemplo del deterioro de las condiciones de trabajo en las nuevas contrataciones se citó el caso del personal del Servizo de Axuda no Fogar (SAF) de Forcarei, presente en la manifestación. Las trabajadoras habían creado una cooperativa que se encargaba del servicio, pero a finales del 2013 el concurso para la gestión lo ganó otra empresa. Subrogó al personal, pero solicitó una cláusula de descuelgue, es decir, de inaplicación del convenio, alegando que preveía pérdidas. Las trabajadoras sufrieron una reducción en el ya de por sí reducido salario de convenio -fijado entre 700 y 900 euros mensuales, según se informó-. «Agora traballan con salarios que escasamente superan os 400 euros coa connivencia da alcaldesa, que lles suxeriu aguantar ata que a empresa despegase, e van alá dous anos», dijo Antón Álvarez.