Arlette Martín: «Para mantener este instrumento hay que potenciar su estudio»

amelia ferreiroa LALÍN / LA VOZ

DEZA

Miguel souto

El recién estrenado órgano de tubos aportará más solemnidad a los actos religiosos

03 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los órganos de tubos, cuyo origen se remonta al siglo III antes de Cristo en Grecia, no son instrumentos que veamos habitualmente en nuestras iglesias, en buena medida por la falta de profesionales organistas pero también por los costes de mantenimiento que suponen. Sin embargo, desde esta semana el Santuario de O Corpiño (Lalín) luce uno en su tribuna, y de acercar su particular sonoridad se encarga la organista Arlette Martín Velázquez, directora a su vez del propio coro del santuario.

—¿Cómo surgió la idea de instalar un órgano tubular en el santuario?

—La propuesta es de hace más de un año, y claro que no todas las iglesias tienen un órgano y un coro. El caso del Santuario de O Corpiño es excepcional en ese sentido, a pesar de que yo ya tocaba un teclado con sonido de órgano, pero nada que ver con este que tiene mucha magnitud de sonido. Un instrumento de estas características aporta una solemnidad increíble a cualquier acto que se vaya a celebrar en la iglesia.

—Pianista y organista, ¿qué diferencias hay a la hora de tocar estos instrumentos?

—Los órganos se trabajan con más de un teclado. En el caso del que se adquirió para el santuario cuenta con uno arriba, otro abajo además del pedalero. El número de teclas también es diferente, entre 56 y 61 en los superiores, y entre 27 y 32 en el teclado de los pies. Digamos que es el cambio más significativo entre piano y órgano, sobre todo cuando estás acostumbrada a tocar un teclado de 88 teclas juntas en horizontal. Luego también está el uso de los tiradores, en el caso del órgano, que son como unos botones colocados en los laterales que permiten cambiar los registros a más graves o más agudos, dependiendo de lo que busques.

—¿Había tenido entre manos algún órgano tubular antes de este?

—Pues no (ríe). Nunca había tenido esa suerte. En Cuba, (país de origen de Arlette Martín, que dejó en el año 2016), en toda la isla pueden conservarse solamente un par de ellos, y nunca pude tocarlos.

—¿Apeló entonces a algún profesional en la materia?

—Pues no. El órgano llegó al santuario hace dos o tres meses, y ahí comenzó una fase formativa para mi y para el coro. Tuvimos que llevar a cabo una gran reestructuración, con reubicación de los coralistas a los laterales del órgano y yo realizando una labor autodidacta de aprendizaje. Cuando llegó el órgano le dije: «vamos a llevarnos bien», y ahí estamos en ese camino... (ríe), con muchas horas de práctica.

—¿Qué fue lo más difícil al ser pianista?

—Lo más difícil es lograr la independencia motora; estar con la mano derecha en un teclado, la izquierda en otra y atender el pedalero con los pies, que es lo más complejo.

—No podemos presumir de tener muchos órganos de tubos en la zona, ¿a qué puede deberse su ausencia en las iglesias?

—Creo que puede deberse a que muchos no se tocaban de manera semanal, y solamente se hacía uso de los mismos en ocasiones muy especiales. En el caso del órgano del Corpiño la intención es usarlo de manera semanal, en la misa de doce de los domingos, y en cualquier solemnidad que se celebre en el templo. Creo que también sería necesario potenciar el estudio de este instrumento, absolutamente maravilloso, que imprime una solemnidad increíble, para que no desaparezca.

—¿Mañana será como otra inauguración?

—Hubo mucha participación en la inauguración y bendición del órgano, pero posiblemente muchos feligreses vengan mañana para escuchar su sonoridad.

«Necesitamos potenciar las voces masculinas del coro, que solo tenemos dos»

Después de muchas horas de ensayo con el órgano tubular a Arlette Martín le queda, dice, todavía mucho por aprender «ya que esto es un trabajo de familiarización, y no está finalizado». Sin embargo se la nota satisfecha por los pasos dados y por un año muy productivo en el seno del coro que dirige en O Corpiño, y que no es el único al que dedica su vida al estar al frente también de Xove Voz y Luis Areán de Lalín, además del coro de la escuela de música de Muimenta.

«El Coro de O Corpiño ya tiene un logotipo propio, gracias al trabajo realizado por la profesora Mar García del IES Laxeiro de Lalín, y ya somos 18 voces», dijo. No escatima elogios para el rector del santuario, José Criado, por el buen funcionamiento del templo y para los integrantes de la masa coral que acuden puntuales a la cita del viernes para ensayar. «Lo que necesitamos es potenciar voces masculinas ya que solamente contamos con dos hombres en el coro», apunta Arlette. Detrás de esa acusada ausencia masculina pueden haber prejuicios a la hora de subirse a una tribuna a cantar en una misa, «y posiblemente por el hecho de que es una responsabilidad, se exige seriedad y puede existir desconocimiento».

Sea lo que fuera, la directora del coro lalinense lanza un llamamiento para captar nuevas voces, e insiste en que no es necesario saber cantar. «Que nadie piense que los coralistas son profesionales. Tampoco saben de música, y cantan... Todo el mundo puede cantar. Algunos lo hacen mejor, otros peor, y solamente es cuestión de educar la voz», argumentó. Y entre oficios religiosos, Arlette Martín seguirá impartiendo clase en la escuela Musicalín, atendiendo compromisos verbeneros con la charanga Ardores de la que forma parte, y del dúo Habana Feeling.