De vivir «en el infierno de las drogas» a ayudar a otros a rehabilitarse

Patricia Calveiro Iglesias
patricia calveiro REDACCIÓN / LA VOZ

DEZA

PACO RODRÍGUEZ

Daniel Guillén recuperó su vida gracias a un hostelero de A Bandeira que le habló del Proyecto Hombre y a su paso por Protección Civil

05 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La de Daniel Guillén Betancourt es una historia de cambio, aprendizaje y superación. Este canarión de 45 años llegó a Galicia en el 2008 por amor y «huyendo de la vida que llevaba en Las Palmas, a ver si cambiando de aires mejoraba, pero fue aún peor», recuerda. «Después de 20 años consumiendo, toqué fondo e incluso me rondaban pensamientos suicidas. Estaba solo, desamparado, ya no tenía pareja, ni relación con mi familia, a la que solo llamaba para molestar», relata. En ese momento Antonio, al frente de un bar que él frecuentaba en A Bandeira, le tendió la mano: «Es de esas buenas personas que te cruzas en la vida, un gran amigo. Yo me abrí, le conté mi situación, y él me salvó. Me dijo que había un sitio donde me podían ayudar y me llevó en su coche hasta Santiago para ir a mi primer coloquio en Proyecto Hombre».

Fue el 24 de julio del 2013, el mismo día que el accidente ferroviario de Angrois. Ese fue para Dani el comienzo de su nueva vida y, «si de algo estoy orgulloso, es de haber echo lo que hice», dice un hombre al que no le avergüenza reconocer que «estuve en el infierno de las drogas» y logró salir de él. «Es importante que la sociedad sepa que es posible y que hay mucha gente que se rehabilita», indica el vecino de Compostela. Cuando empezó su proceso de desintoxicación residía en Piñeiro y su amigo Antonio de A BAndeira se encargaba de acercarlo hasta la capital gallega.

«Mi caso era difícil porque vivía solo, no tenía a la familia conmigo y para empezar la etapa en comunidad tienes que entrar limpio. Me costó un tiempo, pero tuve mucha ayuda en Proyecto Hombre, empezando por don Ramón Gómez Crespo hasta el último de la plantilla», destaca el ex politoxicómano, quien hoy está al otro lado y ayuda a otros con la drogodependencia. Él, mejor que nadie, sabe cómo se sienten, sus miedos y flaquezas. Cuenta que tras pasar un año en un espacio libre de drogas, enfrentándose a sus problemas y ocupado todo el día, empezó a ver las cosas desde otro punto de vista.

Entonces, llegó el día en que volvió a pisar la calle: «Como soy muy aficionado al fútbol, yo quería ver el estadio de San Lázaro. Mis terapeutas me aconsejaban salir, hacer amigos y buscar actividades que me gustasen. Por casualidad, me tropecé con la sede de Protección Civil y pensé que era un buen sitio donde empezar a restituir mi deuda con la sociedad, de ayudar a gente sin esperar nada a cambio después de haber hecho mucho mal, e igual también podía ir a algún partido como voluntario. Conocí a la jefa de la agrupación, Begoña del Río, y todo cambió en cuestión de minutos. Allí conocí a mis actuales amigos, me sirvió para mi reinserción social y para subir mi autoestima. Volvía de cada operativo contentísimo, era muy gratificante».

Dani tiene un contrato indefinido como monitor de noche en el centro de As Cernadas (Val do Dubra) de Proyecto Hombre y asegura que «lo hago por vocación». Está orgulloso de haber recuperado la relación con su familia e hijos y, tras acabar de cursar el bachillerato, prepara el examen de acceso para hacer un ciclo formativo de Educación Social. Él es el vivo ejemplo de que querer es poder. Siempre.