Lalín y Silleda reviven tragedias con víctimas mortales que iban en autobús

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

DEZA

RAMÓN LEIRO

En 1980 la caída de un autocar desde el viaducto sobre el río Deza causó 4 muertos y todos recuerdan el suceso en Silleda con 5 escolares fallecidos

31 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La tragedia vivida esta pasada Nochebuena en la aldea de Pedre (Cerdedo-Cotobade), en el accidente de autobús más grave ocurrido en décadas en Galicia y que se saldó con siete personas fallecidas, cinco vinculadas por nacimiento o trabajo a Deza y Terra de Montes, ha hecho ha hecho revivir otros sucesos similares ocurridos en la zona hace tiempo. Seguro que están en la memoria de los vecinos de más edad, pero también en la de muchas otras personas que escucharon o leyeron esos acontecimientos luctuosos con dos epicentros: Lalín y Silleda.

El 22 de marzo de 1980 un autocar se precipitaba desde un viaducto de la carretera N-525 a su paso por Pozo Negro, en Lalín y casi en el límite con Dozón, sobre el río Deza. Cuatro personas fallecían y nueve resultaron heridas de gravedad en este suceso. En el vehículo viajaban sobre todo emigrantes gallegos, que habían partido desde Santiago con destino a Tordesillas, para allí tomar un enlace hacia la ciudad suiza de Zúrich. El bus rompía varios metros de valla metálica antes de precipitarse al vacío y volcar en las inmediaciones de ese cauce fluvial. El aviso de lo ocurrido lo realizaba una de las personas que viajaba en su interior, que pese a sus heridas logró arrastrarse por un sendero de vuelta a la nacional y pudo parar un coche.

Ahora toca retrotraerse menos en el tiempo, cumpliéndose hace unos meses tres décadas de una tragedia si cabe más impactante al verse implicados escolares. Un 25 de junio de 1992, ese año mágico en nuestro país con Olimpiadas en Barcelona y Expo en Sevilla, un autobús con estudiantes de Monforte de Lemos se precipitaba por un barranco de cuarenta metros en la N-640 en el lugar de Xindiriz, en la parroquia silledense de Moalde. Fallecían cuatro niñas monfortinas y un muchacho de Ferreira de Pantón.

Ese accidente de bus ocurría en un tramo sinuoso, estrecho, con curvas peligrosas y entonces en mal estado. En su interior iban cuarenta personas, saliendo muchas despedidas y acabando entre los matorrales al desprenderse el techo. Una excursión de fin de curso del colegio Divina Pastora con destino a Rías Baixas derivó en tragedia, sucediéndose las muestras de dolor. Sobrecogen ver las fotos del accidente o el funeral por las víctimas pese al tiempo transcurrido.

Once heridos en Rodeiro en 2003, dos el pasado marzo en Viñoa

En el actual siglo también hubo accidentes con autocares involucrados, al menos dos, aunque afortunadamente sin víctimas mortales. El 10 de mayo del 2023 volcaba un bus en Rodeiro, cayendo por un terraplén, cuando sus pasajeros iban a un entierro. Hubo once heridos, dos de gravedad, en su mayoría residentes en parroquias de Rodeiro y municipios próximos. El suceso se produjo en el vial Rodeiro-Oseira, a la altura de Couso, en San Miguel de Asperelo.

Este mismo año 2022, en concreto el 18 de marzo, un autobús escolar con 37 estudiantes de Forcarei volcó en una curva de la estrecha carretera EP-6002, en el lugar de Viñoa (Lalín). Viajaban hacia Codeseda para realizar una ruta de senderismo y visitar el museo Casa do Patrón. El vehículo volcó de forma lateral, precipitándose por un prado. Tan solo se registraron dos heridos leves, un docente y un estudiante, con otros afectados por golpes y magulladuras sin importancia.

Una diferencia sustancial de medios entre aquellos sucesos y el del río Lérez

Recuperar de la memoria lo ocurrido, por ejemplo, hace algo más de tres décadas en el accidente de Silleda y compararlo con el suceso en el río Lérez posibilita comprobar la evolución de los medios técnicos ante una y otra catástrofe. De las cuerdas en el primer caso para bajar hasta el autobús siniestrado en la N-640 a las líneas de vida, grúas y helicópteros, junto a puestos de mando en la N-541 en Pedre. Seguro que en ambos casos con la misma implicación y altruismo por parte de las fuerzas de seguridad y salvamento, también de personas anónimas, más escasas en aquel 1992 que hoy en día. De aquellas ambulancias casi sin dotación en su interior a las medicalizadas con que se atiende a los accidentados en la actualidad.

Un siniestro en el Alto da Rocha donde el chófer del autobús requirió ingresar en un centro asistencial de Lalín por un fuerte ataque de ansiedad y en estado de semiinconsciencia, sufriendo mareos. Tan solo de treinta años, era el hijo de uno de los responsables de la empresa de transporte de viajeros propietaria del autocar. Como en el caso de Pedre, fue uno de las personas que se salvaron en ese luctuoso accidente con cinco fallecidos y numerosos heridos, muchos de gravedad, requiriendo meses para recuperarse.