El escultor que colocó un pene en Islandia

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

DEZA

Miguel souto

El estradense Manuel Vilaverde exhibe una de sus obras en el Phallological Museum de Reikiavik

09 nov 2022 . Actualizado a las 11:34 h.

A Manuel Campos Vilaverde (A Estrada, 1966) le gusta provocar. Por eso ha firmado una curiosa colección de cruceiros profanos y por eso presume de tener una pieza en el Icelandic Phallological Museum de Reikiavic, una «faloteca» que posee la más extensa colección de penes del mundo y recibe 100.000 visitantes al año. A este museo se acercó Vilaverde en un viaje con su hijo por Islandia y, viendo que una de sus obras encajaba con el espíritu de la colección, se la ofreció a la dirección. Así fue como el Carallol de Vilaverde —una escultura en piedra mitad pene y mitad caracol— acabó en la capital islandesa.

El Carallol no es más que una pequeña muestra de la creatividad de Vilaverde y de su afán por sorprender al público con creaciones surrealistas que rompen moldes y suelen invitar a la reflexión. Como su Descendimiento femenino, «cunha Crista en lugar dun Cristo», o su Angel in the forest, un cruceiro de seis metros que saluda a todo aquel que se acerca al taller del artista en A Penela, en la parroquia estradense de Arca. La obra está cargada de simbolismo y de espiritualidad, aunque lo que esté crucificado sea la naturaleza y lo que sustente el fuste sea un curioso ángel sexuado.

La religión de Vilaverde tiene más que ver con la comunión entre arte y naturaleza. De ahí que hace más de una década el artista fundase con otros compañeros el Colectivo Rurealista, un movimiento artístico, con manifiesto y todo, que reivindicaba el medio rural como espacio artístico al tiempo que le declaraba la guerra al capitalismo sin escrúpulos. «A asociación segue existindo, pero a xente desapareceu da aldea. Unha persoa non fai nada por moi presidente que sexa», lamenta.

La biografía de Vilaverde da para mucho. De joven hasta intentó volar en un helicóptero de fabricación casera. No se mató de milagro. «Foi unha chorrada. Todo acabou cunha boa dose de antirromanticismo», cuenta riendo.

Aventuras aparte, la relación del estradense con la escultura se remonta a su niñez. Sus dos abuelos fueron canteros. Al paterno, Manuel Campos, no llegó a conocerlo. Pero el materno, Francisco Vilaverde, le contagió su pasión por la piedra. «De crío teño estado con el en Cuntis manexando o cincel ou a maceta. O que facía era xogar coas ferramentas. Non facía outra cousa, pero iso fixo que me namorara da talla das pedras», cuenta el escultor.

Tuvieron que pasar muchos años para que Vilaverde hiciese de su pasión infantil su forma de vida. Pese a juguetear con la escultura de forma autodidacta desde los 14 años, al acabar el bachillerato el estradense estudió administración y empezó a trabajar en una oficina compostelana. Aquello no acaba de llenarle, así que en su tiempo libre empezó a asistir a clases privadas de talla en madera. En los noventa completó su formación técnica gracias a una escuela taller. «Tiñamos un mestre escultor que nos ensinou a modelar en arxila, a facer vaciados en escaiola, molduras, retratos... Aí o que quixo aprendeu. Para min foi un bum. Foi o paso definitivo. Pasei de non telo claro a poder traballar xa en escultura e, coa aprendizaxe, a dedicarme tamén á arquitectura ou á restauración», cuenta el artista.

Hoy Vilaverde lleva 26 años compaginando los trabajos en cantería con la escultura en piedra. Ha trabajado en la restauración del castro de Castrolandín (Cuntis), ha labrado las réplicas para tocar de los petroglifos del mueso de Campo Lameiro a golpe de piedra y tiene obra propia en Buenos Aires o en Caracas. También es el autor de las estatuillas que reciben en A Estrada los galardonados con los premios San Martiño a la normalización lingüística, así que desde mañana las Tanxugueiras también tendrán a Vilaverde en su galería de trofeos.

Buena parte del trabajo del artista responde a encargos a la medida de cada cliente. Sin embargo, Vilaverde también encuentra tiempo para dar rienda suelta a su imaginación desbordante. En este momento prepara una colección de tallas surrealistas y conceptuales en granito negro de Couso (Moraña). «Agora mesmo estou centrado nesa pedra. É unha pedra auténtica. É única e especial e dáme unha textura interesante. Levo feitas unha ducia de pezas. Todas teñen unha relación nas formas físicas e de fondo un concepto social, político, referido á natureza... Detrás hai moita variedade de ideas», explica el artista. En su caso, los títulos son una parte importante de la obra. Como anticipo, en su próxima exposición habrá un Desahucio e ocupación da Esfera na propiedade (social) que convierte en arte el problema de la vivienda.