La piscifactoría de Riobó reduce a la mitad su producción por la sequía

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

DEZA

miguel souto

El escaso caudal del río obliga a reutilizar el agua aplicándole oxígeno

16 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La sequía de este año está teniendo graves efectos en todos los sectores. Uno de los más afectados es el de la acuicultura. El drástico descenso del caudal de los ríos está provocando problemas de abastecimiento en muchas piscifactorías. La Piscifactoría de la Calle de Riobó (A Estrada) es una de ellas.

Las instalaciones aprovechan el agua del río Bo, afluente del Ulla, para criar saludables truchas arcoíris que se venden en toda Galicia. Según explica el responsable, Javier de la Calle, el negocio está atravesando un bache por culpa de la sequía. El río lleva tan poco caudal que es obligado reutilizar el agua aplicándole oxígeno. Esta operación suele hacerse puntualmente en los meses de verano, normalmente de finales de agosto a principios de septiembre. Este año la escasez de lluvias ha obligado a recircular el agua desde principios del mes de junio y mediado noviembre sigue siendo necesario hacerlo por la persistente sequía.

Según explica De la Calle, la recirculación encarece notablemente el proceso. Por una parte porque para volver a utilizar el agua lo que se hace es utilizar unas bombas de gasoil que hacen que el caudal que debería devolverse al río después de usado se reconduzca de nuevo hacia la piscifactoría para ser aprovechado otra vez. Por otro lado, para que el agua pueda ser reutilizada hay que reponer el oxígeno ya consumido por los animales, lo que conlleva también un importante gasto en tanques de oxígeno líquido.

Aún así, resulta imposible mantener las instalaciones al 100% de producción. «El agua no es suficiente. Estamos trabajando al 50 % de nuestra capacidad», dice de la Calle.

El piscicultor cuenta además que este año está habiendo un problema añadido: la elevada temperatura de las aguas. «Las truchas no soportan bien las temperaturas altas. Por encima de 20 grados no se les puede dar de comer porque tienen poco oxígeno. Y si no comen tampoco engordan como deberían. En agosto hubo días que el agua estaba a 22 grados», lamenta. Debido a las altas temperaturas, bastantes truchas acabaron muriendo.

Según comenta de la Calle, en las últimas semanas la temperatura del agua ha experimentado un descenso, lo que ha permitido empezar a alimentar a las truchas una vez cada cinco días y empezar a retomar el ritmo.

No obstante, el empresario asegura que la lluvia sigue siendo muy necesaria para empezar a compensar el tiempo perdido. El plan es adquirir truchas grandes para repoblar la piscifactoría y compensar la bajada del ritmo de producción durante los últimos cuatro meses. No se podrán recuperar las pérdidas acumuladas en este tiempo, pero al menos se intentará volver a poner la piscifactoría a producir al 100 %.

La piscifactoría de Riobó tiene una concesión de 140 litros por segundo del río Bo y en condiciones normales es capaz de producir cada año una media de entre 28 y 30 toneladas de truchas que se vende íntegramente en Galicia.