«No sabes lo terrible que es que te den cinco minutos para irte de casa»

C. Marqués / D. C LALÍN / LA VOZ

DEZA

E CUIÑA

Las familias desalojadas en Bustelo relatan su impotencia frente al incendio

12 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los vecinos de la parroquia lalinense de Lebozán se encontraron con el terror de las llamas cara a cara el pasado miércoles cuando el incendio que había comenzado en O Irixo se desplazó con rapidez hasta los núcleos de Bustelo, Samprizón y Ermida, obligándoles a abandonar sus casas. No es la primera vez que una catástrofe de esta magnitud amenaza a sus habitantes, que este jueves por la mañana observaban resignados el paisaje ennegrecido que dejó el fuego a su paso.

Al llegar a Bustelo nos recibe la familia Lorenzo. Dos hermanos, Conchi y Juan Manuel, que junto a sus hijos, Iván y Adei, nos cuentan el inesperado giro que dieron sus vacaciones este año. «Vinimos aquí como todos los años y nos encontramos con esto. No sabes lo terrible que es que te den cinco minutos para irte a casa», apunta Conchi. Su principal preocupación son las dos mujeres mayores que viven en la aldea: Concha, de 82 años, y Leonica, de 92. «No querían marcharse. Cuando vino la Guardia Civil y nos dio cinco minutos para irnos tuvimos una larga discusión. Fue muy difícil convencerlas. No querían dejar su casa, llevan toda su vida aquí», recuerda Conchi todavía inquieta.

Los cuatro miembros de la familia Lorenzo retornaron ayer a la casa para alimentar a sus animales, pero fueron obligados a irse de nuevo por la Guardia Civil, que junto a los operarios de Medio Rural trataban de controlar las consecuencias de la catástrofe. Los más jóvenes, Iván y Adei mostraban un vídeo grabado en su móvil enseñando cómo las llamas estaban al borde de las casas. «Pasamos la noche sin dormir, vimos aviones y bomberos pero no sabemos, parece que no estén haciendo nada», afirma Conchi frustrada.

A escasos metros de la zona, en dirección a la aldea cercana de Samprizón, otra familia se encuentra en una situación similar. Esther González, vecina de Vilatuxe, rememora la terrible experiencia de la noche anterior sintiéndose todavía «moi triste» y aún «sen palabras». Al lado de la casa de sus padres y rodeada de sus hermanos cuenta: «Yo vivo en Vilatuxe y por suerte había ido a buscar a mis padres a Bustelo, así que ya estaban conmigo y cuando avisaron vinieron mis hermanos y dormimos todos juntos en el salón».

Con visible tristeza, Esther muestra su inquietud ante la evolución de los focos. «É unha pena que pase isto, e é moi preocupante o pouco que poden facer os operarios, porque ademais non hai auga, os embalses están baleiros», lamenta.

Al avanzar por la zona se confirma una vez más la desesperanza que deja el fuego a su paso. A pesar de que ninguna de las casas cercanas fue quemada esta vez, el miedo y la impotencia inundan un aire viciado por el humo que el monte aún desprende como recuerdo de la noche anterior.

Los vecinos de las casas amenazadas lamentan no poder ayudar en las labores de extinción

Tras el peligro que pasaron sus casas y la cercanía que alcanzaron las llamas del pueblo, los vecinos de la zona de Bustelo sienten una gran impotencia por no poder hacer nada para ayudar a la extinción del incendio, señalando que en otras ocasiones podían colaborar en estos trabajos. «Antes íbamos nosotros mismos cuando empezaba un incendio y lo apagábamos», explicaba desde Bustelo Juan Manuel Lorenzo. Esther González añade: «Noutras ocasións puidemos axudar, pero agora non nos deixan. Se preguntamos xa non deixan ir por alí, nin por alá. O único que podemos facer é marchar».

Tras la angustiosa situación que vivieron el miércoles, los vecinos se sienten más tranquilos al conocer la estabilización de los focos. De todos modos, los habitantes afectados por la catástrofe comparten una sensación generalizada de impotencia por no poder intervenir, ya que se consideran capaces a la hora de ayudar a los servicios antiincendios en sus labores y están convencidos de que también es su deber proteger sus viviendas.

Aunque es comprensible la sensación de los vecinos de la zona al observar el acercamiento de las llamas y no poder reaccionar por su propia cuenta para defenderlos, también lo es la prohibición a la hora de intervenir, ya que la exposición de un incendio de esta magnitud acarrea un nivel considerable de peligro para personas sin preparación específica.