«El paisaje es el artefacto más perfecto de todos los que jamás hemos hecho»

Rocío Perez Ramos
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ

DEZA

Cedida

Hoy se clausuran las jornadas del paisaje en el Museo Casa do Patrón, dirigidas por João Nunes

07 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Arquitecto paisajista y socio fundador y presidente del Estudio de Arquitectura del Paisaje PROAP, João Nunes, dirigió el seminario internacional que bajo el título de Patrimonio rural y paisaje se clausura hoy en el Museo Casa do Patrón, en la parroquia lalinense de Doade. En la jornada de ayer, João Nunes impartió una charla sobre la aproximación al proyecto en el paisaje.

—¿Es la primera vez que está por aquí?

—No, incluso ya conocía la Casa do Patrón porque fui parte de una comisión e hice de jurado en un premio de la Fundación Juana de Vega y ya visitara la zona.

—¿Qué les trasladó a los participantes en su charla?

—Expliqué lo que es paisaje, cómo se construye y cuál es su lógica arquitectónica y cuáles son los instrumentos de su construcción y las razones por las cuales podemos considerar el paisaje como el artefacto más perfecto de todos los que jamás hemos hecho. Un artefacto de producción colectiva, tan perfecto, que prácticamente funciona con la naturaleza misma. Es el objetivo más fantástico de todos los artefactos que hemos hecho. Les introduje en la teoría de los conceptos del paisaje y mostré proyectos que nos ayudan a entender cómo esa realidad conceptual puede transformarse en instrumentos de verdadera proyección.

—¿Cree que ahora los arquitectos miran cada vez más lo que tienen alrededor y el paisaje?

—Estamos en el ocaso de una realidad cultural de la arquitectura en la que se endiosaba al arquitecto pero esto se está terminando y estamos entrando en una era en la que la arquitectura tiene que ser generosa, pensar en la gente y tiene que partir del lugar. Me parece que estamos, claramente, en un momento de transición. Si miramos los últimos tres premios Pritzker que fueron a Isozaki, Lacaton y Vassal y Kéré este año, son casos que se alejan de una arquitectura conceptual y egoísta y entran en propuestas que tienen como base la generosidad y ofrecen a la gente formas de vivir interesantes.

—Son proyectos que se complementan más con la parte de la arquitectura paisajística y la adecuación del entorno.

—Si, sí es absolutamente así.

—¿Supuso también una evolución de la arquitectura paisajística buscando espacios más humanizados?

—Sí, completamente. De hacer jardines para ricos, empezamos a trabajar primero en una predominancia y un interés por el espacio público y ahora por un interés en esta gran obra colectiva que es el paisaje. Aquí en Galicia tenemos la expresión de esa capacidad creativa colectiva de un modo muy claro.

—Se cambió también el concepto de las especies vegetales a utilizar en los diseños. Antes se buscaban especies exóticas y ahora especies autóctonas.

—Sí, se buscan especies que se adapten, que tengan un menor mantenimiento y supongan una menor utilización de los recursos y del agua.

—¿Cómo se produjo ese cambio?

—Es una tendencia que se inició en los años 80. Desde entonces ha adquirido cada vez más consistencia y se ve ahora con mayor claridad.

—¿Cómo es el grupo de participantes en el seminario?

—Es un grupo muy heterogéneo, pero muy interesante y participativo. Son gente con realidades profesionales distintas, diferencias de edades, diferencias culturales. Son realidades muy distintas las de los chicos jóvenes y las de los que tienen mi edad. Eso hizo los grupos muy dinámicos, muy abiertos, con un ambiente muy relajado que hace que la gente pueda exponer sin timidez, sin sensaciones de evaluación personal negativa. Todos están tranquilos, dicen lo suyo y está resultando muy bien.

—Usted que da clase en diferentes universidades europeas, ¿cómo ve el talento y interés de las nuevas generaciones?

—En estos dos últimos años me quedé muy animado. Hubo momentos en los que estuve muy desanimado. La gente que encontré estos dos últimos años en Suiza, en Portugal y en Italia, que son los países que conozco mejor, estos años tal vez por casualidad, tal vez porque algo está cambiando, encontré unas clases de jóvenes, tan listos, tan dedicados, con tantas ganas de trabajar incluso durante la pandemia. Un tiempo en el que se podía justificar una pérdida de energía, pero estaban ahí: listos, despiertos, atentos y con una voluntad de investigar, de saber y de conocer increíble. Estoy otra vez muy entusiasmado con estas nuevas generaciones y creo que hay futuro, hay un gran futuro.

—A ese futuro y a este mundo de cambios, ¿qué le puede aportar la arquitectura del paisaje?

—Creo que este es el momento de la arquitectura del paisaje, precisamente porque es un momento en el que el debate entre cambiar y conservar, proteger y transformar, desarrollar y mantener, ya no es una retórica, es una discusión que tiene que ver con la realidad de cada día. Y la única profesión que tiene el instrumental teórico y práctico suficiente para responder a ese desafío es, precisamente, la arquitectura del paisaje.