Del aeródromo al «Safari Park» y otros proyectos olvidados en las comarcas

David Cofán Mazás
David Cofán LALÍN / LA VOZ

DEZA

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Repasamos algunos de los planes más imaginativos que no fructificaron

16 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Las campañas electorales suelen ser un terreno fecundo para planes descabellados e ideas peculiares con las que obtener el favor de los votantes y hacerse con la ansiada victoria. Una vez en el poder estos proyectos se dan de bruces con la realidad y todas las trabas y dificultades con las que en un primer momento no contaban —u obviaban— se vuelven en su contra. Sin embargo, eso no siempre es suficiente para dar al traste con el fruto de su ingenio y juegan sus cartas para tratar de hacerlo realidad. Como en todo el mundo, en Deza y Tabeirós los políticos también han demostrado una imaginación desbordante con el honroso pretexto de dinamizar la economía local, atraer turistas o simplemente embellecer su municipio.

A continuación repasaremos algunos de los proyectos más curiosos que se han tratado de poner en marcha en ambas comarcas, sobre los que corrieron ríos de tinta y se abrieron debates candentes entre la población. Unos fueron simples ensoñaciones que no llegaron a plasmarse de forma real, otros quedaron aparcados a las primeras de cambio y algunos de ellos, cuando todo apuntaba a que se harían realidad, acababan muriendo en la orilla.

La mayoría de estas ideas se produjeron en los primeros años del siglo XXI, cuando el bum del ladrillo podía hacer que los sueños se hicieran realidad. El panorama cambió con la crisis posterior, que puso de moda la austeridad y la moderación.

Leones rugiendo por la Terra de Montes

En el año 1998 el empresario Antonio Ibáñez puso el foco en Forcarei y Cerdedo para poner en marcha el tercer Safari Park, que años atrás estaban disfrutando los vecinos de Madrid y Alicante. Un espacio para ver animales salvajes al más puro estilo Cabárceno, pero en la Terra de Montes. Una oportunidad de oro para dar a conocer la zona y dinamizar la economía de los municipios de Forcarei y Cerdedo ¿Qué podía salir mal?

En su primera intentona, Forcarei peleaba con un rival de enjundia para hacerse con este proyecto, Sevilla. La velocidad en la consecución de los terrenos en el proyecto andaluz contrastaba con los vaivenes de la candidatura gallega. Dos años más tarde, tras haber modificado el plan inicial, en la parroquia de Soutelo, el promotor centró toda su atención en la creación del parque sevillano, que se estrenó el 18 de mayo del 2000. Pero esto no era un adiós, si no un hasta luego, prometiendo regresar a la Terra de Montes para poner en marcha el safari no sin antes reclamar un poco más de respaldo institucional. Tal y como recogía La Voz en noviembre de ese año, Ibáñez señalaba que sin el apoyo económico del Concello o la Xunta el proyecto no podría materializarse.

El Safari Park se reactivó redoblando su apuesta. Los promotores aseguraron que se necesitarían más de 3.000 millones de pesetas para una reserva natural que preveía empezar a funcionar con 1.000 animales de 70 especies distintas que los usuarios visitarían por 2.000 pesetas. Además, estudiaron ampliar la superficie prevista de un millón de metros cuadrados. Para más inri, los alcaldes de Forcarei y Cerdedo, David Raposeiras y Jorge Caramés, se entrevistaron con el presidente de la Xunta por aquel entonces, Manuel Fraga, que según la crónica de la reunión «se mostró muy interesado por la iniciativa y comentó que contará con todas las ayudas posibles de las consellerías que puedan colaborar».

Finalmente, las dudas por la rentabilidad, los riesgos de la climatología, las complicaciones para acceder a la financiación y las dificultades para hacerse con los terrenos óptimos acabaron poniendo el punto y final a una aventura que duró cinco años y que pretendían sacar partido a un emplazamiento geográfico envidiable en Galicia.

El sueño de convertir Lalín en la capital gallega de la aviación

Joaquín Loriga demostró en 1926 que Lalín es tierra de intrépidos aviadores capaces de cruzar el mundo y regresar para contarlo. Con su travesía de 20.000 kilómetros desde Lalín hasta Manila en el autogiro ideado por De la Cierva, Loriga alentó la posibilidad de que la capital de Deza contase con un aeródromo deportivo, y no uno cualquiera, si no «o máis importante de Galicia» como vaticinaba en julio de 2001, el por aquel entonces alcalde, José Crespo, cuando negociaba la compra de terrenos. ¿Dónde si no?

Este proyecto, que nació ocho años antes, en 1994, contaba con tres opciones para su colocación: Goiás, Alemparte u O Toxo, el lugar elegido por Loriga para aterrizar en su aventura aérea, pero cuya escasa longitud, de 600 metros, casi descartaba su concurso. Los terrenos elegidos fueron los de Palmaz, en Goiás, iniciándose una negociación con alrededor de 70 propietarios para la compra de los mismos. Un proceso complejo del que llegó a presentarse un anteproyecto, fue en enero del 2002.

Por aquel entonces la edición de La Voz de Galicia detallaba los pormenores del plan y los desafíos para su ejecución definiendo la propuesta como «ambiciosa». La primera fase de las obras del aeródromo deportivo Joaquín Loriga precisaba de una inversión de más de 3,2 millones de euros, de los que 1,8 se emplearía en el movimiento de tierras. La construcción de la pista, la calle de rodaje, el pintado, la plataforma de asfalto y los puestos de estacionamiento supondrían 629.151 euros. En cuanto a los hangares, se preveía construir cuatro, tres para las escuelas de paracaidismo y ultraligeros y la base de extinción de incendios, que costarían 93.908 euros y uno más caro, de más de 140.000, para mantenimiento y alquiler. En total la inversión ascendería a 6,5 millones de euros, un elevado coste que desde el Concello confiaban poder sufragar con el apoyo del Gobierno central y de la Xunta.

Y fue en este punto cuando el globo se pinchó. La iniciativa se paralizó por la falta de financiación, pese a que mantenían reuniones con Medio Ambiente para concretar una supuesta aportación de 300.000 euros prometida por la consellería, que con su paso atrás, trasladando la competencia a incendios —también se pretendía dar servicio a aparatos antiincendios— dificultaba su construcción. Con todo el sueño no desaparecía por completo, ya que Aviación Civil respaldó la ubicación elegida para el aeródromo en el monte de Candarelas.

Al final, el gobierno local desistió en 2006. Aunque Crespo afirmase por aquel entonces que Lalín lo tendría tarde o temprano, a día de hoy no parece factible.

Dos torres futuristas de doce plantas y un aparcamiento subterráneo

La remodelación de la alameda de A Estrada y su entorno originó una tormenta de ideas entre los distintos grupos políticos del municipio para aportar el mejor plan posible. El ensanche y el lavado de cara de este espacio del casco urbano estradense es en sí un proyecto imaginativo que sí vio la luz y de la que pueden disfrutar a día de hoy los vecinos, sin embargo, hubo ciertos extras que no llegaron a plasmarse por diferentes motivos.

Hay que remontarse a 2009, cuando gobernaban PSOE y BNG, para conocer una apuesta rupturista para la ampliación de la alameda. Para financiar el ensanche, el bipartito previó incluir en el PXOM la construcción en la zona de dos edificios de 12 plantas, 36 metros de altura —varios más que la cúpula del consistorio— y cinco bajo tierra par albergar un párking. Serían dos prismas de vidrio elevados sobre columnas que albergarían 120 viviendas. Sin embargo, el proyecto pronto fue descartado. El cambio de gobierno frustró su tercera opción. Tras un edificio en forma de U, propusieron uno a cinco alturas ocupando todo el frente de la parcela hacia la rúa Castelao. Con ello la ampliación de los jardines pasaría de 4.506 metros cuadrados a 2.800.

Un párking bajo tierra

Una vez que el PP recuperó el poder en A Estrada en 2011, el nuevo regidor, José López Campos, iniciaba el proceso para poner en marcha una de sus promesas electorales: un párking subterráneo de dos plantas con 388 plazas. Una ampliación sin edificios, pero con aparcamiento de 4.750 metros cuadrados que ofrecería en cada planta 192 y 196 plazas. En superficie, el ensanche se organizaría como una gran plaza pública con aforo para 2.500 personas y gradas para 750. Asimismo, también estaba previsto crear un cordón verde de árboles delimitando la plaza. López aseguraba entonces que existían empresas interesadas en la explotación u construcción del párking, pero en 2015, el gobierno no vio viable la iniciativa.

En una entrevista para La Voz en noviembre de 2015, el regidor, pese asegurar que todos los escenarios estaban «abiertos», reconocía que la propuesta de cuatro años antes no era rentable. «Hacer una inversión de este calado a nivel municipal no es buena opción porque los párkings en los concellos medios no son muy rentables». Además, confirmaba que ninguna empresa privada estaba interesada en la operación.