Las acuarelas con vida de Susana Pazo Maside

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

DEZA

Miguel Souto

Pintora, escultora y ceramista, la estradense está volcada ahora en el mundo del libro ilustrado

01 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Para Susana Pazo Maside el arte es un aprendizaje continuo sin límites ni fronteras. Siempre hay hueco para experimentar nuevas técnicas y agallas para empezar de cero. De espíritu inquieto y formación autodidacta, la estradense se resiste a colgarse la etiqueta de pintora o escultora Tampoco la de artista. Aunque lo es con todas las de la ley. «Eu sempre digo que son experta en artes plásticas. Experta non por sabichona: experta por ter experiencia, por gustarme experimentar con moitas técnicas. Todas teñen algo de relación, e non sería capaz de quedar con unha soa», explica. «Xa sei que din que quen moito abarca pouco aperta, pero a min gústame variar. O único que deixei un pouco de lado foi a cerámica, pero só porque agora mesmo non dispoño de forno para cocer», cuenta.

En su afán por experimentar, Susana Pazo ha hecho un poco de todo. Ha hecho maquetas de edificios emblemáticos en cerámica, ha pintado paisajes urbanos, ha dado vida en cartón piedra a bustos inspirados en la obra de Modigliani o mujeres como Rosalía de Castro y ha firmado lienzos con algas recogidas en la playa.

Durante el confinamiento, una vez más, la artista incansable ha cambiado de tercio. Ha dejado de lado lienzos y esculturas y se ha centrado en la creación de libros ilustrados para público infantil.

Su nueva pasión no surge de la nada. Es el resultado de una deriva espiritual hacia el mundo de la creación escrita. Hace tiempo que la estradense empezó a jugar con las palabras. Pasó por varios cursos de escritura creativa, se lanzó a crear y se encontró tan cómoda con la pluma como con el pincel. «Agora teño dous poemarios rematados. Xa perdín a vergoña, así que xa lle chamo poemarios», comenta con modestia. «Neste momento estou entrando tamén no mundo dos contos ilustrados, que me interesa moito», desvela.

En pleno encierro pandémico, con las clases que imparte suspendidas, a Susana se le ocurrió que no sería mala idea intentar abrir nuevos frentes. «Encántame escribir e tamén pintar, así que pensei en introducirme no mundo dos libros infantís ilustrados. Sempre é bo ir abrindo novas portas», explica.

El primer paso ha sido el libro infantil As abellas non fan mal, fan ben. Cuenta la historia de una niña que tiene un incidente con una abeja pero que, con el tiempo, aprende que a las abejas solo se les debe tener respeto, no miedo. El libro incluye 19 ilustraciones en acuarela y lápiz acuarelable -además de las de la portada y contraportada- y es un dulce regalo para la infancia.

Susana trabaja ahora en otro libro infantil con ilustraciones en acuarela que a veces cobran vida sobre papel de aguas fabricado por ella misma. «Neste caso, inclúense tamén un par de figuras de papiroflexia. En próximos libros gustaríame introducir algún elemento despregable ou troquelado. Sen pasarme, porque canto máis se complique máis cara vai ser a edición e máis difícil ver o libro publicado», constata.

Un Nacimiento con tirón

A Susana Pazo el arte la cautiva desde niña. En todas sus manifestaciones. Tendría apenas 12 años cuando se inició en el modelado de barro. «Na nosa casa sempre poñiamos no Nadal un nacemento de figuras mercadas, pero ese ano a miña irmá maior suxeriu ir buscar barro ao monte para facer nós as figuriñas. Daquela eu non sabía nin limpalo, pero fomos ao Camiño do Cruceiro, trouxemos o barro e modelamos as figuras. Unha tía que tiña unha tenda en Santiago viunas e gustáronlle tanto que nos encargou máis para levar e vender alá co cartel de “feitas por nenos”. Tiveron boa saída, así que seguín modelando. Gustábame, e ademais sacaba uns cartiños», explica la artista. Recién cumplida la mayoría de edad, Susana Pazo se fue a Canarias y allí se curtió en los fundamentos de la cerámica, la elaboración de moldes y la cocción en hornos de leña y de butano. «Cando volvín, aforrei para mercar un forno de propano. Traballaba na casa escola de Toedo. Non tiña nin auga: tiña que levala en garrafóns. Fabricaba uns peregrinos de barro que se vendían moi ben en Santiago», explica. Fueron los primeros pasos de una trayectoria que luego derivaría hacia la pintura y la escultura en pasta de papel o cartón piedra.

Susana regenta ahora su propio taller de pintura en el número 16 de la tercera Travesía de América. El covid-19 obligó a paralizar las clases pero, en cuanto se pueda, las retomará. Con menos alumnos por grupo pero más ganas que nunca.