«La escasez de combustible ayudó a reducir la movilidad y los contagios»

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

DEZA

El estradense José Blanco cuenta que en Caracas «absolutamente todo el mundo va con tapabocas y guarda distancias»

25 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A veces un claro contratiempo llega a tener su lado positivo. Es lo que está sucediendo estos días en Venezuela, donde los problemas para la consecución de combustible han contribuido a reducir la movilidad en el país e, indirectamente, a frenar la expansión del coronavirus. Al menos es lo que cree José Blanco Barros, un venezolano de raíces estradenses que ejerce de director de Deportes de la Hermandad Gallega de Venezuela.

José Blanco es hijo de la estradense María del Carmen Barros y del cruceño José María Blanco, natural de la parroquia de Larazo. Aunque nació en Venezuela, durante su infancia y juventud viajó muchas veces a Galicia. «Ahora hace mucho que no voy porque viajar en este país se ha convertido en algo muy difícil, sobre todo por la cuestión monetaria, por el cambio del bolívar y el dólar», comenta. Pese a todo, José Blanco sigue manteniendo el vínculo con sus parientes estradenses y apegado a sus raíces.

Desde Caracas, José Blanco cuenta cómo se vive en Venezuela la crisis del coronavirus. «Según los datos oficiales, en todo el país se han reportado unos 300 casos en total y una decena de fallecidos. La incidencia en el Distrito Capital de Caracas no llega a los cuarenta casos cuando la población de la capital supera los tres millones de personas», explica.

Vivir al día

Para José Blanco, hay tres factores clave que pueden haber contribuido a la contención de la pandemia. «Respecto a otros países, hubo un adelanto en la aplicación de medidas. Aquí el gobierno decretó la cuarentena el 13 de marzo y durante un mes, hasta el 13 de abril. Ahora se ha extendido por otros 30 días, hasta el 13 de mayo», explica. «Se han cerrado colegios y solo se mantienen las actividades esenciales. La recomendación es no salir a la calle. Es una invitación. No es obligatorio. Aquí no hay multas, pero la gente ha tomado conciencia. La gente sale solo para lo necesario y aquí necesitas salir cada día a comprar el sustento diario porque el venezolano vive al día; el poder adquisitivo no da para hacer acopio de compras para 15 días. Pero absolutamente todo el mundo va con tapabocas y en las colas de las tiendas se guardan las distancias», explica. «Los niños aquí podrían salir, pero no están saliendo y tampoco se ve a nadie haciendo deporte, auque se podría. Ocasionalmente, alguna persona paseando un perro», apunta.

José Blanco es administrador de empresas y trabaja en una de fabricación de gas refrigerante que, por no ser actividad esencial, está parada. Su mujer es profesora y su hijo de 19 años estudia Comunicación Social en la universidad. «Ella está impartiendo docencia a distancia y él recibiéndola en casa. El único que sale a la calle para hacer las compras imprescindibles soy yo», apunta.

Además de la aplicación de la cuarentena con pocos casos activos y de la responsabilidad de la población, José apunta al problema del combustible como un factor adicional que puede haber frenado la expansión. «La gente está teniendo problemas para conseguir combustible, así que no se puede mover mucho», explica.

Un desierto desde las 2

«En Caracas hay que hacer una diferenciación. La zona oeste es la de las clases populares y la este la de la clase media. La zona este, desde las 14 horas es prácticamente un desierto. En las barriadas, en cambio, se ve más concentración porque a veces se da la disyuntiva de quedarse en casa para protegerse del covid-19 o salir a buscarse el sustento», comenta.

Particularmente, la comunidad gallega es de las más concienciadas. «Al estar más al tanto de lo que está pasando en España o en Italia estamos más concienciados. En la Hermandad suspendimos toda la actividad al primer día», comenta José.