Álvaro Urquijo: «Tras 20 años Enrique sigue vivo en mí»

DEZA

Agostiño Iglesias

Los Secretos actúan hoy en O Grove (21.30 h) en el marco de la programación musical de la Festa do Marisco

12 nov 2019 . Actualizado a las 17:03 h.

Cuatro décadas y unos cuantos sobresaltos llevan Los Secretos en la escena musical española. Pero lejos de ser uno más de los muchos grupos que se aferran al pasado, la banda de Álvaro Urquijo acaba de publicar Mi paraíso, un nuevo disco con 12 canciones inéditas.

-Está claro que lo suyo no es vivir solo del revival.

-Es cierto que hay grupos que viven de un gran éxito del pasado. Pero es que dime tú que gran éxito hemos tenido nosotros. Una de nuestras canciones más conocidas, Déjame, en su día vendió 10.000 copias y no fue número uno de nada. Y Los Secretos tampoco fue nunca un grupo que se subiese al carro de las tendencias. Siempre hemos ido un poco a contracorriente.

-Incluso en la movida madrileña, a la que se os adscribió, más que nada, por una cuestión generacional.

-Es que englobar todo lo que pasó en los 80 como movida madrileña es un error. Primero porque madrileña no fue. Ahí estaban Golpes Bajos para demostrarlo. Fue una movida global a la que pertenecíamos generacionalmente pero con la que musicalmente es cierto que poco teníamos que ver.

-«Hemos firmado autógrafos a cuatro generaciones», decía hace poco. ¿Cuál es el secreto de Los Secretos?

-No sabría decirlo. Es una suma de coincidencias o de desgracias que se convierten después en una zona abonada para seguir trabajando con cierta honestidad. Supongo que la clave está en haber hecho canciones lo suficientemente atemporales y bonitas como para que encajen en las cabezas de esas distintas generaciones. Pero eso nadie sabe cómo se hace. No hay secreto. Eso surge. También ha sido importante el haber estado muy centrados en lo que nos gustaba. Nunca tuvimos una oferta de dinero como para que se alterasen nuestros principios. Ni nunca tuvimos discusiones internas importantes como para que los egos nos dividieran. Y los golpes que nos ha dado la vida nos han hecho rearmarnos varias veces desde cero.

-«Mi paraíso» se titula el nuevo disco. ¿Dónde está el suyo?

-En mi casa, con mi mujer y mi hija. Ese sería mi paraíso personal. Pero en esa canción también hay una crítica a la realidad de la industria musical. Yo siempre había pensado que por mucho que cambiase el panorama siempre me sentiría como pez en el agua y formaría parte de él. Pero te prometo que hoy no lo reconozco. Hoy todo se mide en términos de popularidad, fortuna y fama por encima de cualquier otro valor. Es tristísimo que un instagramer por tener muchos seguidores pueda ser un ídolo del rock sin siquiera saber tocar tres acordes.

-«Hoy todo me parece un mundo extraño», dice.

-Así es. Mi generación vimos caer la guerra fría, el muro, entrar en la democracia, entrar en la Unión Europea... Y en vez de seguir concurriendo factores positivos ahora resulta que culturalmente nos hemos quedado estancados y somos víctimas del consumismo y del show bussines.

-También dice en esa canción «Tal vez así se aleje mi tristeza en la nada». ¿La tristeza siempre está presente en Los Secretos?

-Nosotros siempre hemos tenido ese sambenito de la tristeza. Pero yo te hago una apuesta. Cógeme 50 canciones históricas de todos los estilos y las culturas de mundo y a que el 80% hablan de lo mismo. Tu escucha un blues, un bolero, una ranchera, un tema country o de soul... La tristeza siempre está presente, no es algo que hayamos inventado Los Secretos.

-En este 2019 se cumplen 20 años de la muerte de Enrique Urquijo pero uno tiene la sensación de que sigue siendo un miembro más del grupo.

-Por supuesto, no te quepa ninguna duda. No hay concierto en el que no lo diga. Me fastidia muchísimo que él no haya podido ser consciente de la trascendencia de su música en generaciones posteriores. Enrique y sus canciones no solo son la parte central de nuestro repertorio sino que su forma de pensar, su ideario, ese que nos llevó a ser como somos, sigue vivo en mí. No es que yo le esté copiando. Es que compartíamos tanto que no puede ser de otra manera. Y aunque él ya no esté con nosotros yo sigo pensando en él a la hora de tomar cualquier decisión.