Juan Otero, el estradense que busca mercados en Andalucía

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

DEZA

«Con mi proyecto en Portugal me darían suelo gratis», dice

11 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La historia de Juan Otero es la de un empresario hecho a sí mismo. Nacido en A Estrada, emigró muy joven a Estados Unidos. De vuelta a casa, hace 22 años sentó en el polígono de Toedo las bases de Sometal, empresa especializada en fabricación de estructuras de metal. Siguiendo la máxima de que «el trabajo hay que buscarlo donde lo hay», el empresario ha saltado fronteras, y sus productos se utilizan hoy en día en países tan lejanos como Guinea Ecuatorial.

No es ese el único país africano con el que mantiene negocios Juan Otero, un empresario de la vieja escuela que desvía las llamadas de la centralita a su móvil cuando los empleados salen a comer. Hace ya algún tiempo firmó un contrato para suministrar piezas para la construcción de una gran infraestructura en Marruecos. Aquella gran empresa lo animó a pensar en construir una nueva fábrica lejos de A Estrada. «Necesitaba una salida rápida al mar», señala. Y, recorriendo el mapa de polígonos industriales, dio con el de Baión, en Vilanova.

La ubicación era perfecta. La disposición del Concello vilanovés, inmejorable. «El alcalde se implicó mucho», explica Otero. Tampoco le extraña. «Es normal que un alcalde defienda un proyecto que va a generar cien puestos de trabajo directos, y unos 300 indirectos», señala, orgulloso de contrastar esas cifras con la realidad de su empresa. «Esto no es ningún experimento», afirma contundente. Es «una empresa saneada» que necesita crecer para poder atender muchos pedidos que ahora «estamos teniendo que rechazar».

Pero ese crecimiento no pudo producirse en Vilanova porque fallaron muchas cosas. «La inversión era de 15 millones de euros. El 25% lo pondría la empresa, otro 25% el Igape, y el 50% un préstamo del Ministerio de Industria», cuenta Otero. Pero todas las buenas palabras dadas por las administraciones se convirtieron en humo cuando llegó la hora de la verdad, «mientras a empresas de servicios, que no generan tantos puestos de trabajo, le dan subvenciones muy grandes». La conclusión es clara: «He desistido». Metalvi, que así se llamaría la fábrica arousana, pasó al cajón de iniciativas frustradas.

Ahora, Otero baraja construir una fábrica en Andalucía. Allí las facilidades que da la Administración son mucho mayores. «Pero me resisto un poco a irme de Galicia», dice. También se le ha pasado por la cabeza irse a Portugal. «Allí, con mi proyecto, el suelo me lo daban gratis, o a un precio simbólico», señala. No como aquí, que «es un disparate lo que piden por una parcela en un polígono industrial».