La guerra del 36 convirtió a varios padres en maestros de academia

Sánchez C.

DEZA

El instituto de segunda enseñanza dejó de funcionar, y un grupo de vecinos y familiares de los niños sin aulas optaron por darles clases que fueron homologadas

01 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

No es un acontecimiento del pasado estradense totalmente olvidado, pero sí una pequeña historia que poco a poco se irá perdiendo, salvo que los historiadores la recojan convenientemente. En días pasados se recordó que el actual colegio José Antonio comenzó a ser construido aproximadamente en 1934. Tardó casi veinte años en entrar en funcionamiento. Casi coincidiendo con el inicio de aquellas obras, en la calle Serafín Pazo comenzó a funcionar, en el edificio que después fue biblioteca y que aún existe, el instituto mixto se segunda enseñanza. Impartía siete cursos y con una media de casi treinta alumnos en cada uno.

Pero llegó el 18 de julio del 36, y la Guerra Civil. Había dado tiempo en este instituto a acabar las clases una semanas antes, pero enseguida se supo que este centro educativo no tendría continuidad. Quedaba clausurado.

La plantilla de profesores en esos dos o tres cursos que impartió este instituto resulta inolvidable para algunos de los pocos alumnos de aquella época que aún quedan vivos. Estaban como docentes Antonio Fraguas, Enrique Vidal Abascal, Leopoldo Mosquera, Luque Calzón, Antonio Lino, Mercedes Costa, y Villafranca.

Los motivos del cierre no quedaron claros, pero las familias con hijos matriculados en aquel instituto no querían dejarlos sin clases en el curso 36/37. Surgió una iniciativa popular para inventarse un profesorado, mediadamente preparado, para abrir una academia y para lograr que las clases fueran homlogadas de alguna forma.

Al final, y en apenas tres meses, tenían lista la apertura de la academia España, en un edificio situado frente al instituto y conocido como la casa de Gonzalo Varela.

Vecinos normales y un alemán

Quedaron integrados en el grupo algunos maestros, pero también padres, farmacéuticos, curas y hasta el encargado de Correos. Se recuerdan nombres como Javier Luces Gil, José María Carbón, don Nicolás, Lino Arcos, Alfredo Fenollera, José Docampo, Jaime Aguilar, Severino Souto y José Neira. Hasta se contó algún año después con un profesor de alemán, que no duró mucho. Dicen de él que se conocía muy bien todo el municipio.

El curso 36/37, con estas particulares clases en A Estrada, fue finalmente validado, y los estudiantes pudieron hacer un examen en casa. Al año siguiente pasó lo mismo, pero el examen final se tuvo que hacer el Vigo.

Esta experiencia duró poco tiempo, prácticamente lo mismo que la guerra. La academia España desapareció en cuanto se creó, en el mismo edificio del desaparecido instituto, el colegio Inmaculada Concepción, que dirigió Nicolás Mato. Poco a poco aquellos improvisados profesores fueron sustituidos por profesionales.