El municipio atesora una de las reservas de arquitectura popular más interesantes de Galicia Eiras, puentes, cruceros y petos de ánimas devuelven al visitante a tiempos pasados
27 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.ROCÍO GARCÍA Además de la gastronomía, Cerdedo tiene otros encantos. El municipio atesora un extraordinario patrimonio etnográfico, con aldeas intactas y algunas de las eiras de hórreos más interesantes de Galicia. La Eira da Ermida, en Filgueira, y la Eira Grande da Pena son dos conjuntos sin parangón en toda la comunidad. Pero además Cerdedo esconde una interesante colección de puentes cargados de leyenda. El puente medieval de Pedre conserva en sus sillares las marcas de los canteros que tanta actividad tuvieron en Terra de Montes. Fue obra de Pedro de Pedre, al que la leyenda identifica como el padre del célebre Maestro Mateo. El puente romano de Parada, con su combinación de granito y pizarra, también merece una visita. Fue lugar de paso de la ruta jacobea y de los arrieros que comerciaban con el vino del Ribeiro. El de San Antón es inevitable. Es un puente románico del siglo XIII omnipresente en la tradición oral de Cerdedo. Las mujeres que querían tener hijos solían acudir a bañarse bajo las aguas de este puente en uno de los ritos de la fertilidad menos conocidos de Galicia. Las aldeas típicas, con sus casas de mampostería y sillares de granito y sus cubiertas de teja o pizarra, conservan todo el sabor de la arquitectura popular. Las de Filgueira, Fraguas, Pedre y Serrapio parecen destilar el espíritu del siglo pasado. Los cruceros son otro de los grandes atractivos del municipio. Hay treinta catalogados. No hay que olvidar tampoco el vía crucis de Quireza, los molinos de Tomonde, el peto de ánimas de Pedre y los miradores de Limeres, O Seixo y Pedrouzos. También son imprescindibles para captar la esencia de Cerdedo.