Después de ser legalizado sorpresivamente, en abril de 1977, por el Gobierno de Adolfo Suárez, el Partido Comunista de España, encabezado por su secretario general Santiago Carrillo, emprendió una campaña, insólita para algunos, de defensa de la monarquía como forma política del Estado y de la bandera roja y gualda como enseña del mismo. Posteriormente, Carrillo diría que no se trataba de decidirse por monarquía o república, sino por democracia o dictadura y que el nuevo rey, don Juan Carlos, ya había demostrado con creces que estaba por la democracia. Lo más curioso es que Carrillo, poco antes de la muerte de Franco, había calificado al entonces príncipe como «Juan Carlos el breve», aclarando que era una criatura hecha por Franco y que duraría sólo unos meses. Cuando se produjo la intentona del 23-F y el rey recibió, poco después de su salida del Congreso, a los líderes de los grupos parlamentarios, Carrillo dijo a don Juan Carlos: «Gracias majestad por habernos salvado la vida». Hoy, ya en el filo de su vida, el ex secretario del Partido Comunista de España ha escrito en un libro de memorias que él siempre fue republicano.