Julio Iglesias deja Lalín pletórico tras el triunfal concierto que cerró su gira

La Voz LA VOZ | LALÍN

DEZA

ROMÁN GUTIÉRREZ

El Cocido tiene en el cantante su nuevo valedor, que cumplió como Comendador el viernes El pabellón de Lalín se caía. Julio Iglesias salió ante un público entregado de antemano. Cada gesto, cada palabra eran el preludio de la apoteosis. El cantante respondía llevando su mano al corazón; y besando el suelo del escenario; y cambiando fragmentos de las letras de sus canciones al gallego, pronunciado con acento portugués.

14 sep 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Cantando a Lalín. Al Lalín que le nombró Comendador del Cocido, y que se le rindió en la que definió «una noche genial en mi vida y en la de mi padre, cantando a 40 kilómetros de su casa -A Peroxa, Ourense-. Pepe Cuiña y el alcalde hicieron posible este concierto, y no se me va a olvidar en mi vida». Como no se le olvidó su juramento para con el Cocido, que pidió degustar en el Pazo de Bendoiro junto al conselleiro Xosé Cuiña, el alcalde Xosé Crespo, y los presidentes de las diputaciones de Pontevedra, Manuel Abeledo, y Ourense, José Luis Baltar, y otros regidores. A Cuiña le dedicó «Vuela alto». En el concierto estaban también el conselleiro Pérez Varela y el presidente de la Diputación de Lugo, Cacharro Pardo. Tras la actuación, el camerino de Julio se colapsó: saludos y felicitaciones. A las 0.50 abandonó el pabellón. Desde el paseo frente al Sagrado Corazón, numerosos fans le saludaban. Su gesto triunfal denotaba que el artista estaba pletórico. Ayer por la mañana, Crespo le acompañó al pie de su jet en Lavacolla: la gira sigue. Julio Iglesias es una estrella mundial. Pero en Lalín demostró que no es un divo: su única petición fue un nuevo difusor para la ducha, agua fresca y fruta. El cariño del público no tuvo que pedirlo: fue suyo desde el principio.