San Lourenzo y un solo de trombón

M.M. / P.V. LALIN

DEZA

MARCOS MÍGUEZ

La rapa consiguió ajustarse a los tiempos actuales aglutinando sus valores clásicos y los hábitos socioculturales de hoy El sonido del trombón de varas no es un lamento de yeguas pero sí una dimensión más de la fiesta que propician. Cuando el curro se apacigua y las «bestas» reposan, un programa festivo incorpora jazz, gaitas y copas a los tiempos que corren, donde ya interesa más el vodka que el aguardiente. Sabucedo para sus relojes durante tres días marca los tiempos de encierro, bajada, curro, xantar, juerga, copas y «foliada» total. Por todos vela San Lourenzo, con misa a primera hora.

09 jul 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Dos símbolos historicos de la rapa de Sabucedo son la tijera y el hierro de marcar. La marca de la titularidad y el corte de las crines que tuvieron tiempos mejores en el mercado. Siguen teniendo protagonismo, pero como centro de la fiesta total, como elementos que levantan el clamor de la grada cuando entran en función, que es cuando el hombre dominó a la besta. El relincho en el curro se entremezcla cada año más con otras voces y otros sones exteriores. Miles de personas acceden al curro. Muchos miles más justifican en la convocatoria tres días de paisaje agreste, de contacto con la naturaleza, comida campera, chiringuito y música nocturna. Fueron algunos menos los que se acercaron a la misa de las seis y media del sábado. Pero el patrón tiende su protección a todos. San Lourenzo tiene su yeguada y cuida de todas y hasta seguro que sonríe al son del solo de trombón de varas y se pone tenso con la coz al aloitador veterano o al joven como el que, tras recibir una coz en el pecho, prolongó la rapa unas horas en un hospital pontevedrés donde fue dado de alta ayer. Una fuerte contusión, cientos de contusiones en la lucha del curro. Mucho sueño, también, y sueños con alcohol, música y cansancio. Más a cada hora que pasaba. Todos con cuerpos derrotados y fortaleza anímica desbordante. Es la rapa das bestas. Es Sabucedo a principios de julio, donde la historia del hombre y las yeguas consiguió superar el paso de los tiempos y ajustarse a estos tiempos, mientras fotografos y estudiosos buscan aún caras sin descubrir.