Penaltis y esencia del Liverpool

CHAMPIONS

Emilio Naranjo

03 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la que acaba de ganar, el Liverpool suma seis Copas de Europa en su palmarés, las tres últimas en estrecha relación con los penaltis. La del 84, ante la Roma, se decidió desde los once metros. El último lanzamiento, el que decantó, llevó la firma de Alan Kennedy. Era, probablemente, el peor pateador del equipo en la suerte de la pena máxima. Se empeñó en pedir el balón, ante la oposición de sus compañeros. Fuese por ese convencimiento o insistencia, el entrenador, Joe Fagan, accedió a darle el protagonismo. El portero se lanzó a un lado, la pelota se dirigió al otro y el título fue para los reds. Kennedy volvió riendo hacia el centro del campo para recibir los abrazos y los elogios del grupo por lo bien que había engañado al guardameta. Entonces confesó que le había pegado mal al balón, con el tobillo, que su intención era chutar al flanco que tapó el arquero.

La final del 2005 fue una de las mejores de la historia. Al descanso el Liverpool perdía 3-0 ante el Milán. En la charla del intermedio, el entrenador, Benítez, habló más de dejar una buena imagen que de remontar. Se quedó cortó en su ambición. El partido se fue a la prórroga y se decidió en los penaltis.

La final de Madrid no pasará a la historia por su fútbol. Muy probablemente debido a ese extraño penalti tempranero que hizo jugar al equipo de Klopp en contra de su esencia, más preocupado de guardar la renta que de buscar el gol.

Pero el Liverpool es un club con una buena imagen no tanto por sus conquistas cuanto porque en tiempos de globalización y de dopaje financiero se mantiene fiel a su esencia. No hay grandes diferencias entre el de hoy y el de los años 80. Quizás por el sello que imprime su afición, porque hay cosas que no se pueden comprar. Son más las travesías sin títulos que los entorchados. Pero el You’ll never walk alone suena siempre igual, el apoyo de la grada nunca decrece. Klopp ha sabido construir un equipo que puede hacer suyo aquello de que lo que importa en el fútbol es lo que pasa en las áreas. Arriba tiene tres estiletes que aparecen y desaparecen por todos los lados en el frente de ataque. Atrás, Van Dijk y Alisson Becker le han dado una solidez envidiable a un equipo que, gane o pierda, no entiende de modas ni coyunturas. Es el que es.