La embarcación española lideró la final hasta que en los últimos cien metros se vio superada por los cuartetos alemán y australiano
08 ago 2024 . Actualizado a las 23:17 h.Los gallegos Carlos Arévalo y Rodrigo Germade se han colgado a última hora de esta mañana el bronce en la final del barco rey del piragüismo esprint, el K4 500. Junto a Saúl Craviotto, convertido en el deportista español más laureado de la historia, y el balear Marcus Cooper, la embarcación hispana firmó su habitual gran arranque, para liderar la prueba hasta que algo menos de cien metros para la llegada el empuje del cuarteto alemán y del australiano la relegaron a la tercera posición. Los teutones, con un crono de 1.19,80, vuelven a reinar en la guerra abierta con los españoles desde el ciclo de Tokio, esta vez con un invitado inesperado entre ambos. 25 centésimas, prácticamente la misma diferencia que en Tokio, separaron al kayak de Arévalo y Germade (1.20,05) de su bestia negra, con los australianos a un suspiro todavía más efímero de los germanos (1.19,84).
La medalla de esta mañana en la pista de Vaires-sur-Marne supone un fruto más de la fuerte apuesta hecha por la Real Federación Española de Piragüismo a finales del 2016 para intentar construir un barco rey ganador tras el cambio de distancia olímpica en el K4, de 1.000 a 500 metros. Una apuesta que dejó en manos del entrenador asturiano Miguel García, autor de las primeras sinfonías maestras de Saúl Craviotto (oro en el K2 con los gallegos Carlos Pérez, “Perucho”, en la prueba de 500 de Pekín 2008, y Cristian Toro, en la de 200 de Río 2016; plata en Londres y bronce en Río en el K1 200). El de Luanco respondió al reto federativo reuniendo a un grupo de élite con tres campeones olímpicos, el balear Marcus Cooper más los mencionados Craviotto y Toro, con el cangués Rodrigo Germade aferrándose al barco rey como único superviviente del primer K4 hispano en unos Juegos en 20 años (quinto y diploma en la cita del 2016 en Brasil).
Tres medallas de plata en los otros tantos mundiales del ciclo olímpico, con hasta media docena de palistas en sus alineaciones, y un triunfo en una copa del mundo hacían soñar con el oro en Tokio de la tripulación española, compuesta finalmente por Craviotto, Cooper, Germade y el betanceiro Carlos Arévalo, enrolado a finales del 2019 por la fuerza arrolladora de su rendimiento y sus marcas. Pero el cuarteto alemán, con Rendschmidt, Lemke, Liebscher-Lucz y Rahue, se llevó la gloria dorada por 226 milésimas de segundo.
A finales del 2021 España arrancaba con una ventaja en su duelo con Alemania. Mientras los de Miguel García mantenían su mismo cuarteto, el técnico teutón se veía obligado a sustituir a una leyenda, Rahue, por retirada, y acoplar una nueva pieza, Lemke. Seguramente, el cambio ayudó al sorpasso hispano en el Mundial del 2022, donde se subía a lo más alto del podio, repitiendo éxito en los Juegos Europeos. Un resultado, este último, que semanas después les costó un pequeño disgusto, con un séptimo puesto en el Campeonato del Mundo. Todo el mundo dio por hecho que se trataba de un tropiezo aislado. Hoy se ha demostrado, aunque con el sinsabor de no haber alcanzado el gran objetivo del oro.