Diego Domínguez, bronce en París: el canoísta madrileño de 21 años que encontró en Galicia el camino a la gloria olímpica

Pablo Penedo Vázquez
Pablo Penedo REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Diego Domínguez, dedicándole en París a su madre el bronce olímpico con el gesto que siempre repite hacia ella con cada éxito, mirando y señalando al cielo
Diego Domínguez, dedicándole en París a su madre el bronce olímpico con el gesto que siempre repite hacia ella con cada éxito, mirando y señalando al cielo AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

Con licencia del Breogán do Grove y reconocido como Deportista Galego de Alto Nivel, sentó las bases de su brillante estreno en unos Juegos en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva entrenado por Melo Costa

08 ago 2024 . Actualizado a las 13:39 h.

Deportista Galego de Alto Nivel con licencia con el Breogán do Grove, y moldeado y lanzado a la élite por el tomiñés Melo Costa en sus cuatro años de formación en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva. El joven madrileño Diego Domínguez (21 años) lograba este jueves el bronce en París en el C2 500. Junto al balear Joan Antoni Moreno, marca, los campeones del mundo sub 23 del 2023 debutaron en unos Juegos llegando a rozar incluso la plata, tras una brillante regata en la que confirmaron las buenas sensaciones con las que llegaban a la capital gala.

Con los chinos Hao Liu y Bowen Ji intratables, campeones en 1.39,48, Domínguez y Moreno derrocharon calidad para codearse en una pelea a cara de perro de tres barcos por la plata y el bronce. Los italianos Grabriele Casadei y Carlo Tacchini se colgaron la primera en 1.41,08 y los españoles la segunda 1 décima por detrás (1.41,18), dejando a los rusos Petrov y Korovashkov de vacío por un suspiro (1.41,27).

Un día remando con la familia en el lago de la Casa de Campo de Madrid, su ciudad, el padre de Noel (1999) y Diego Domínguez (2003) se encontró con un amigo de la infancia que le habló del Alberche. Con 9 y 6 años, los dos hermanos madrileños empezaron así en el piragüismo. A punto de alcanzar la mayoría de edad, Noel quiso dar un salto de calidad y decidió irse «a donde están los mejores». Y eso quedaba en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD) de Pontevedra. Tres años más tarde, en el 2020, el menor de los Domínguez siguió los caminos de su hermano. Fichando también por el Breogán do Grove en un año doblemente complicado, prácticamente en blanco por la pandemia, y teñido de luto por el drama personal de perder entonces a su madre, María Antonia, a la que sus hijos dedican desde entonces cada uno de sus éxitos dirigiendo sus miradas y un dedo índice al cielo. Como hizo Diego este jueves en la pista de París.

Cuatro años después, Diego ha conseguido alcanzar otro estadio y hacer realidad su sueño con todos los añadidos. Debutando en los Juegos Olímpicos, convertido en el cuarto palista del Breogán en hacerlo tras los grovenses Joaquina Costa, el hoy presidente de la Federación Galega de Piragüismo, Fredi Bea, y David Mascato, marido de Teresa Portela e integrante del equipo de fisioterapeutas de la selección española de esprint en París. Y, además, hacerlo entrando por la puerta grande en el Olimpo de la canoa colgándose una medalla con el balear Joan Antoni Moreno.

No ha sido un camino de rosas el hollado por Diego Domínguez hasta aquí. Al nefasto 2020 le siguió un 2021 no demasiado bueno. Pero en el 2022, con el respaldo del entrenador responsable del equipo de canoa del CGTD, Melo Costa, presente hoy en París como técnico del pontevedrés Pablo Crespo, los hermanos Domínguez formaron pareja internacional, sorprendiendo a propios y extraños: plata continental y mundial en el C2 500 y bronce en el C2 1.000 sub-23, tras haberse quedado también a las puertas de poder competir en el C2 1.000 absoluto, a tan solo 11 centésimas de los sevillanos Tano García y Pablo Martínez, diplomas olímpicos en la canoa doble en Tokio.

El paso a categoría absoluta de Noel obligó a Diego a cambiar de pareja de baile. Sin dejar el CGTD, el madrileño, que en sus cuatro años en Pontevedra y con licencia del Breogán se ganó el derecho a ser reconocido como Deportista Galego de Alto Nivel (DGAN), se unió a Joan Antonio Moreno y, juntos, dieron la campanada el año pasado al proclamarse campeones del mundo sub-23 en la nueva canoa doble olímpica, el C2 500.

El resultado llevó a Diego Domínguez a cerrar, al menos de momento, su etapa en Pontevedra para volar el pasado otoño a Mallorca y ponerse a trabajar duro junto a Moreno en manos de Kiko Martín, el mismo entrenador que había acogido a Antía Jácome, Tano García y Pablo Martínez cuando Marcel Glavan los abandonó en Sevilla de la noche a la mañana a comienzos del 2022.

El potencial de la nueva pareja quedó de manifiesto de inmediato. El pasado 10 de abril, en un selectivo en el que a García y Martínez les bastaba con ganar para asegurarse la plaza en los Juegos que el verano anterior habían conseguido para España con su bronce en el Mundial absoluto, Domínguez y Moreno ganaron el trial con 56 centésimas de segundo sobre el vilanovés Manuel Fontán y el poiense Adrián Sieiro. Los andaluces acabaron cuartos a 4,267 segundos.

«Esta temporada nos planteamos desde un primer momento este objetivo, ir a los Juegos. Con trabajo y constancia todo se puede. Hoy más que nunca lo tenemos claro», dijo el breoganista tras dar la machada en el selectivo. Y lanzó una declaración de intenciones: «Mamá, vamos a ir a por esos Juegos, por lo menos vamos a ir a luchar. Pero vas a ver a tu hijo pequeño hacer cosas muy grandes. Te lo prometo». Justo un mes más tarde, el madrileño y el balear completaban su asalto al equipo olímpico con una plata en la Copa del Mundo de Szeged, en la que Tano García y Pablo Martínez volvían a necesitar tan solo ser mejores que sus dos rivales nacionales para volar a París.

Espontáneo, con un ímpetu que le sale del corazón por la boca, pero al mismo tiempo contenido, sabiendo bien qué y cómo quiere decir lo que dice. Diego aprovecha cada ocasión que tiene tras una regata para dar las gracias; y tras la final de París no dejó de hacerlo. Al Breogán y a la Federación Galega de Piragüismo por su apoyo todos estos años. A Melo Costa, más allá del trabajo hecho con él, por haber sido «el único que confió en nosotros» cuando los dos hermanos Domínguez decidieron embarcarse juntos en aquella inolvidable temporada 2022. A su actual entrenador, Kiko Martín. Y siempre, siempre, a la persona que le dio la vida: «Tengo un angelito en el cielo, que me cuida y al que le dedico mis victorias, una y otra vez. ¡Te quiero!».