Ayoub Ghadfa, el niño que aprendió kick boxing para combatir el acoso escolar roza la gloria

Josema Loureiro REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Kiko Huesca | EFE

El atleta malagueño, que venció este miércoles al francés Aboudou-Moindze, se verá las caras el sábado con el uzbeko Jalolov en la lucha por el oro olímpico

08 ago 2024 . Actualizado a las 08:10 h.

El poderío físico y mental de Ayoub Ghadfa (Marbella, 1998), que este miércoles se aseguró ante el francés Aboudou-Moindze estar en el combate por el oro, ha supuesto, por el momento, una de las grandes sorpresas positivas de la cita olímpica parisina.

Con sus 198 centímetros y más de 100 kilos, Ghadfa se hizo todavía más grande ante el francés de 181 centímetros de estatura en Roland Garros. No sufrió en ningún momento y fue capaz de convencer a todos los jueces, motivo por el que se medirá al uzbeko Jalolov este sábado (22.51 horas, La 1) por el oro.

Ayoub cruzó su camino con las artes marciales cuando apenas era un niño. Hijo de inmigrantes marroquíes, fue víctima de acoso escolar por su físico y su origen. La respuesta de sus padres: animarle a que practicase kick boxing para aprender a defenderse. Poco a poco, Ghadfa hizo de la necesidad virtud, aficionándose cada vez más al deporte, de la mano con un importante cambio físico que sirvió para deshacerse de algunas inseguridades.

Competía, ganaba combates y soñaba con poder ser profesional el día de mañana, pero en ningún momento dejó de lado sus estudios. Amante empedernido de la disciplina deportiva, se interesó por la carrera de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Si bien en sus planes estaba estudiar en Granada, la nota de corte le privó de ello, obligándole a probar suerte en Madrid. No en vano, la aventura cambiaría su vida.

Ya en Madrid, Ayoub descubrió el gimnasio de José Valenciano en Chamberí y dio el paso definitivo del kick boxing al boxeo, un deporte que siempre le había interesado. Poco tardó en enamorarse del noble arte de las doce cuerdas; tras apenas un par de combates, Rafa Lozano, medallista olímpico en dos ocasiones y seleccionador español, se fijó en él, apreciando las aptitudes que lo definían con solo 19 años.

Ante la xenofobia, trabajo

En el 2018, Ayoub entró a formar parte del equipo español. Su porte y su gran pegada, de la que carece en buena medida esta generación de los pesos pesados españoles, lo han diferenciado en este último ciclo, en el que ha conseguido colgarse un oro y una plata europea y un bronce mundial. Ahora, Ayoub, criticado por algunos por sus raíces marroquíes, tiene en su mano trasladar su rendimiento al último paso en la cita olímpica.

«Algunos no quieren que seamos españoles por no llamarme Paco, ¿sabes?... Yo claro que me siento español, he nacido aquí y soy español, como también me siento marroquí. Y yo puedo tener dos casas. ¿Por qué elegir, no?», indicaba Ghadfa en una entrevista reciente, agradecido con la federación española por darle la oportunidad de su vida. Ante la adversidad, trabajo, trabajo y más trabajo.