Una final digna del gran torneo que se ha vivido

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

Yves Herman | REUTERS

La manera en que el español se sobrepuso al mejor momento de Zverev demuestra la madurez que ha alcanzado con trabajo

10 jun 2024 . Actualizado a las 10:59 h.

Un torneo de fuertes emociones, como fue esta edición de Roland Garros, merecía una emocionante final. Y los dos jugadores más en forma del momento, Alcaraz y Zverev, no defraudaron.

EL ARRANQUE

Mejor inicio de Alcaraz

Destacábamos en la previa la importancia del comienzo del partido, ya que a ambos finalistas les costaba arrancar. La realidad es que el alemán hizo dos dobles faltas en el primer juego y Alcaraz, una.

Sin embargo, el español salió más decidido a tomar la iniciativa que su rival que, además, no conseguía buenos porcentajes con su primer saque. La consecuencia un 6-2 para Carlos en el primer set, y un segundo que comenzaba con dominio del español.

LOS MINIPARTIDOS

El aspecto anímico: Carlos aguanta sus problemas físicos y a Sasha no le funciona su primer servicio

En un partido a cinco sets sobre tierra batida se juegan varios minipartidos, según el estado físico, psicológico y táctico de cada jugador.

Al margen de los golpes extraordinarios y el ritmo exhibido, la clave siempre está en la cabeza. Zverev reaccionó aplicando una mayor velocidad de bola y se impuso con claridad en el segundo. Otro vuelco al tanteador y ventaja del español en el tercero por 5-2, que en un momento de bajón permite que Sasha gane el set y domine el partido. Cuando parecía más complicado, Carlos, con su variedad de alturas y aguantando sus problemas físicos, logra imponerse con claridad de tanteo, que no tanto de juego, a un Zverev que, después de todos los esfuerzos realizados a lo largo del torneo, y habiendo exhibido la mejora de sus golpes, no tuvo la ayuda de su primer servicio, bajo en porcentajes y muy bien restado por Alcaraz.

la evolución de alcaraz

Madurez, espontaneidad y talento

Bien de saque, mejor de resto, con un ritmo trepidante, con variaciones para salir de los momentos complicados, duro mentalmente para superar los bajones físicos, maduro para un joven de su edad con un rival en plena forma enfrente, Carlos Alcaraz es otro regalo para los aficionados de todo el mundo, y un ejemplo de espontaneidad y talento.

El esfuerzo y el entorno

Los fenómenos nacen, pero el talento sin esfuerzo no conduce a nada, y junto al talento y el esfuerzo, el tener un buen entorno es decisivo. La forma de llevarlo de su padre en sus primeros pasos fue ejemplar; el elegir a Juan Carlos Ferrero para que lo llevase, un acierto pleno.

Todo ello tiene como consecuencia poseer a sus 21 años un palmarés extraordinario. A pesar de la lesión en el brazo que le privó de jugar los torneos previos, y le produjo momentos de ansiedad por miedo a que se le reprodujese, y también tiene como efecto haber llegado a París, al torneo que soñaba ganar en su niñez, solventando todos los obstáculos y lograrlo para hacer que de nuevo suene el himno español en la Phillipe Chartrier.

Además, poder abrazar a su equipo y su familia brindó unas escenas emocionantes, no solo para ellos, sino que Carlos, extraordinario jugador, también emociona al público por su forma de ser.