En medio de todos los esfuerzos de la posmodernidad para apropiarse del fútbol, llega un año más la Copa de Europa para acabar con la especulación y zanjar todo tipo de debate: no hay nada que añadir a lo que ya es perfecto, a lo que es esencia, tradición, costumbre.
Llega la Champions con sus verdades aristocráticas de siempre: la empiezan 32 equipos, pero al llegar a cuartos están los de siempre. Real Madrid-City ya tiene sabor a clásico, a verdad, a momento cumbre.
Llega el Real Madrid como un club construido sobre dos ideas básicas, pero esenciales: la exigencia máxima y la obsesión por los grandes futbolistas.
No se enreda en debates estéticos ni ideológicos. Su único modelo es vivir en la realidad de las cosas: lo único que moldea la sala de trofeos es tener grandes futbolistas.
Después de disfrutar de una generación extraordinaria que ganaba Champions por inercia, lo mejor del Madrid apunta más al futuro que al presente. Bajo el mando de Ancelotti el Madrid es el único equipo de la élite que juega el fútbol de siempre, no hay patrones excesivos, ni modelos, ni ADNs. Hay grandes jugadores siendo ellos mismos con todo lo que significa de libertad y responsabilidad.
Aunque pudiera parecer lo contrario, el Manchester City de Guardiola responde a una idea parecida. Aunque es cierto que el juego del City responde a un fútbol más patronizado donde el entrenador moldea y amplifica lo que los jugadores ya son entre sí, Guardiola ha seguido la misma lógica real del fútbol llena de verdad. Esto va de tener a los mejores jugadores posibles.
Por ello, donde antes tenía futbolistas que concebían el juego a través de sus jugadas (Sterling, Sané, Mahrez...), ahora hay grandes jugadores que buscan la jugada definitiva jugando, sin romper la armonía, sin errores no forzados. Con Bernardo, Grealish y Foden, Pep tiene amenaza sin desperdiciar juego para así poder aumentar junto a De Bruyne y Rodri la cualidad que hace del City un equipo diferente y casi imbatible: el control. La tipología del jugador y la organización posicional hacen del City un equipo que reduce a la mínima expresión el azar en el juego. La cantidad de juego que genera es de tal magnitud que la suerte y la incertidumbre se reducen a la mínima expresión.
Lógica para las áreas
El entrenador del City, además de ocuparse magistralmente del espacio donde los entrenadores podemos añadir valor (entre área y área), ha resuelto con la lógica de siempre cómo se domina en las dos áreas, allí donde no se juega, allí donde solo se gana o se pierde: Haaland es incapaz de hacer crecer la jugada, pero ocupa el área como nadie. En su propia área Guardiola zanja todo tipo de debates: juega con cuatro centrales.
Guardiola domina con la lógica de siempre las dos áreas, allí donde no se juega, solo se gana o pierde. Haaland es incapaz de hacer crecer la jugada, pero ocupa el área como nadie, y en la suya pone a cuatro centrales
El City es ahora fútbol y contundencia. Un equipazo.
Solo un equipo con la piel tan dura como el Madrid puede hacerle tambalear. Ganar es también una costumbre, y de eso el Madrid es el que más sabe. Vuelve el fútbol, el de verdad. El de siempre.