Surgen teorías de la conspiración sobre la caída de Aston Martin, el equipo de Fernando Alonso

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO COLPISA

DEPORTES

AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

El bajón de rendimiento que ha sufrido el equipo de Silverstone, aspirante a victorias en las primeras carreras, hace sospechar que hay algo más

21 oct 2023 . Actualizado a las 22:43 h.

No hay que alejarse mucho, aunque en este convulso 2023 ha pasado de todo, para recordar los días en los que el concepto 33 era sinónimo de ilusión. El número que marcaría Fernando Alonso si logra una victoria más en la fórmula 1 se convirtió en una motivación, un meme y hasta un eslogan de la empresa de telecomunicaciones que le patrocina. Era un sueño que parecía cada vez más cercano, como el propio Alonso se encargó de avanzar. Incluso se atrevía a hablar de sus opciones al título después de encadenar los podios en las primeras carreras del año y acabar segundo en Mónaco.

Qué lejos quedan aquellos días. El viernes, los aficionados españoles que decidieron poner la fórmula 1 a medianoche se encontraron con que el asturiano ni siquiera era capaz de pasar el corte de la Q1, el mínimo exigible, por lo que hoy sale en una más que mejorable 17.ª posición. Aunque sigue superando a su compañero Lance Stroll, uno de los pilotos cuya presencia en fórmula 1 desafía la lógica más allá de su relación paternofilial con el dueño de Aston Martin, ya no es suficiente. Ya no vale eso de que Alonso gana a su compañero, porque es lo mínimo que se le presupone a un piloto del grado de exigencia con el que cuenta.

¿Qué ha pasado? Esa es la gran pregunta que se hace el aficionado medio o bajo, ese que solo habla de fórmula 1 en las pausas del café con sus compañeros de oficina. No es sencillo asumir para el que no tiene contexto que, en verano, el escenario cambió radicalmente.

La FIA cambia la baraja

Mientras Alonso y Aston Martin caen de manera irremediable en las apuestas ya no por victoria sino al menos por el podio, otros como McLaren han dado la vuelta a una situación que parecía imposible de girar. Lando Norris y Oscar Piastri comenzaron la temporada con dos 17º, un abandono y un 15º. Resultados que mejoraron ligeramente a posteriori, pero ni mucho menos hasta pisar el podio. En las nueve primeras citas del año, ni Norris ni el novato Piastri eran candidatos a nada.

De repente, en Silverstone, todo cambió. Norris se alzó con un segundo puesto y Piastri con un cuarto, y desde entonces hasta ahora no han dejado de sumar en ningún gran premio. Paralelamente, Alonso veía cómo sus posibilidades de podio se alejaban, hasta el punto de que el segundo puesto de Países Bajos es el único que ha logrado desde julio. En ese mes cambió todo.

En un proceso bastante oscuro, como suele hacer la fórmula 1 desde hace unos años, estableció dos nuevas directivas. La primera se refería a un elemento clave para esta nueva normativa que entró en vigor en el 2022: la flexibilidad de los alerones. Si bien en Red Bull parece que no tenían todo su potencial en este elemento, fue introducir esa mayor vigilancia y en Aston Martin cayó el ritmo de manera estrepitosa. De ser un monoplaza noble y dócil, más que fiable en todo tipo de condiciones y circuitos, el AMR23 pasó a convertirse en un coche correoso, sin velocidad ni condiciones para disputarle las mejores prestaciones al RB19 de Verstappen. Algo había cambiado y muchos ojos miran hacia esa directiva de la FIA. No puede ser casual que ese fin de semana en Silverstone, precisamente el hogar de Aston Martin, fuese uno de los peores del año hasta el momento.

El otro gran cambio tiene que ver con los neumáticos. Sin previo aviso ni pruebas, Pirelli decidió montar unas ruedas con una banda de construcción diferente. Este cambio es para todos, pero todo apunta a que a Aston Martin le afectó más.

La diferencia de rendimiento entre Red Bull y Aston Martin ha aumentado de manera neta desde principio de temporada, pero no solo es culpa de la FIA. O no debe señalarse solo a ellos. Uno de los males endémicos que tiene el equipo de los coches verdes, y esto viene de mucho antes incluso de ser nombrado como Aston Martin, es su falta de evolución. Desde julio no han sabido adaptar su monoplaza a las exigencias del camino que asumían otros equipos, toda vez que en cada circuito llevaban las novedades y piezas requeridas para adaptarse. La pésima gestión de la evolución tocó suelo el viernes, cuando los frenos delanteros izquierdos de Stroll y Alonso empezaron a arder porque la pieza nueva estaba mal diseñada.

Estos ingredientes, con la obligada mirada hacia el 2024 y su consecuente traspaso de recursos para el coche del año que viene, han convertido a Aston Martin en un equipo de la mitad de tabla hacia abajo. Eso hace prácticamente imposible no solo que el cuarto puesto con el que llegaron a Texas se mantenga, sino que peligre incluso el quinto. Fernando Alonso seguirá tirando del carro hasta final de temporada, pero ya no puede él solo contra todo y contra todos.