Tyson Pérez: «Sabía que no me había olvidado de jugar al baloncesto»

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Raul Caro | EFE

Creció en Sada y empezó a jugar al baloncesto con quince años en Betanzos. En enero fichó por el Betis, tras un año y medio ensombrecido por las lesiones, y el resultado no pudo haber sido mejor

24 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El diccionario de Tyson Pérez (Santo Domingo, República Dominicana, 1996) no conoce de imposibles. Solo así se puede explicar una carrera en la que cada paso resulta más imprevisible que el anterior. Nadie podría imaginar que un jugador que no jugó federado hasta cadetes podría ser MVP de la LEB Oro a los 23 años y formar parte de uno de los equipos más potentes de la Liga Endesa —Morabanc Andorra— a los 24. Un viaje tan fugaz como inesperado en el que pronto tuvo que pagar un peaje en forma de lesión, una rotura del ligamento cruzado de la que no se recuperó hasta este curso. Para recuperar su juego, el Andorra lo cedió al Manresa, pero tampoco funcionó. Así que, en enero, firmó por el Betis. La salvación se antojaba imposible, así como que el mismo Tyson Pérez que promediaba 5,9 puntos y 4,2 rebotes en la última jornada del 2022, refleje ahora unas cifras de 17,3 y 9,2 en esos mismos atributos.

—¿Esperaba este nivel de sí mismo?

—No, claro, obviamente no me esperaba esto. Yo sabía que lo podía hacer mejor y que no se me había olvidado jugar al baloncesto. Pero en ningún momento podía soñar con que fuese a salir tan bien porque me tuve que acoplar a un equipo nuevo en muy poco tiempo. Y de repente, todo fluyó.

—¿Que le ha dado el Real Betis que le faltó en Manresa?

—Quizás un poco más de tranquilidad. Aquí solo jugamos un partido a la semana por los dos que disputábamos allí. Tengo más tiempo para trabajar y cuidar mi cuerpo, que al final vengo de una lesión que me tuvo muchos meses fuera y sí que necesito, al menos este año, esa continuidad en el trabajo de fortalecer la rodilla. En Manresa eso era imposible por los viajes y el estrés de la competición.

—¿Cómo acaba en el Betis?

—Yo hablaba con mi agente y le decía que necesitaba un cambio. Creo que al Manresa también le hacía falta un giro, entonces llegamos a un acuerdo muy rápido. A partir de ahí, fue cuestión de esperar un poco y esta opción fue la que más me atrajo desde el principio.

—¿Le encomendaron un papel de estrella?

—No, no, mi aportación es algo que sale totalmente natural. El entrenador solo me da tranquilidad para que ayude al equipo en todo lo posible, defendiendo, anotando, reboteando y todo lo demás. Es cierto que con la marcha de Shannon Evans al Valencia, todos dimos un paso adelante para intentar tirar del carro. Somos más equipo, sin estrellas, aportando cada uno su granito de arena.

—Valoraba Pau Gasol hace poco su cambio en el papel de líder tras pasar de Memphis a Lakers. ¿Le ha sucedido?

—Yo, sinceramente, me dejo llevar. No fuerzo a mi cabeza, al menos de momento, para ser un líder en el vestuario. Intento no presionarme más allá de que debo dar el 100 % cada vez que salgo a la pista. No quiero que me llamen líder ni estrella, ni nada por el estilo. No me meto pájaros en la cabeza, simplemente hago mi trabajo lo mejor que sé y ya está. Así me está yendo bien por ahora.

—Lo que es innegable es que su aportación ha sido decisiva para tener más cerca esa salvación.

—La victoria en Lugo fue muy importante para nosotros. Era una cancha muy difícil, donde están jugando muy bien, por lo que ganar allí tras dos prórrogas y con tanta intensidad, al vestuario le vino de perlas para el estado de ánimo. Y ahí estamos ahora, sacando la cabecita.

—Lo que ya ha logrado es volver a la selección, ¿Es verdaderamente una familia?

— Sí, totalmente. Llegas allí, te encuentras contra rivales con los que compites a menudo y, de repente, cuando estamos allí estamos todos juntos como eso mismo, una familia. Pasamos todo el tiempo unidos y somos amigos. Es muy fácil estar en ese grupo. Para mi, además, es un premio y no un objetivo. Nada más llegar aquí a Sevilla empecé a jugar bien y no dudaba en que si me llamaban, iba a ir seguro. Quería aprovechar el momento después de la lesión. Revivir ese privilegio.

«Paso en Galicia todo el tiempo que puedo»

En el 2004, Tyson se afincó en Sada, donde trabajaba su madre y donde aún lo hace junto a su hermana en el mundo de la hostelería. Sorprendentemente, aunque no quería venir, no le costó adaptarse a su nueva vida: «Yo tenía ocho años y siendo tan pequeño es más sencillo. Pero diría que siempre me ha sido muy fácil encajar en los sitios nuevos. Siempre he sido una persona muy tranquila, que odia el estrés. Entonces, siempre he sabido estar donde me tocase estar. Eso ha sido fundamental para llegar hasta aquí, porque llegando a Madrid con 19 años y solo, habría sido muy fácil dejarte llevar o liarla un poco con el ambiente de la noche. Sin embargo, siempre me he enfocado en el trabajo», afirma ahora desde Sevilla, en donde pronto se ha enamorado de la ciudad: «El buen tiempo es fundamental, pero sobre todo la alegría de la gente, es un lujo dar un paseo cada día por aquí».

No obstante, Tyson nunca ha conseguido sacudir la morriña que le invade al alejarse de Galicia. «Yo estoy fuera por mi trabajo. Pero todo lo que puedo estoy allí, sobre todo en verano. Es donde está mi vida, mi familia y mis amigos», cuenta.

Un entorno que acudió en masa a Lugo para ver a Tyson anotar 18 puntos contra el Breogán una semana después de que sumase 15 contra Italia con la selección.

También mantiene contacto con sus primeros entrenadores, desde aquellos que le convencieron de que servía para el baloncesto en Betanzos hasta con Pepe Laso —padre del exentrenador del Real Madrid—, que se lo llevó a la capital de España. «Ellos también son parte de mi familia y cada vez que estoy en Galicia vamos a comer o a cenar, les debo mucho», señala.

De ellos se acuerda, sobre todo, cuando algún compañero se muestra incrédulo al enterarse de que no tuvo formación hasta cadetes. «Hay pocos que saben que he empezado tan tarde y siempre me dicen que es un milagro llegar aquí», dice.