El exárbitro Ansuátegui Roca: «Negreira y algunos empleados del Barcelona montaron una estafa»

Pablo Carballo
Pablo Carballo REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Ansuátegui Roca, durante su etapa como colegiado
Ansuátegui Roca, durante su etapa como colegiado CESAR QUIAN

Coincidió con el exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros en su etapa como colegiado y como directivo

18 mar 2023 . Actualizado a las 18:26 h.

Con doce temporadas en Primera División, once de ellas como internacional, Juan Ansuátegui Roca (Castellón, 1956) coincidió, primero como compañero durante tres temporadas, y posteriormente durante casi una década cuando asumió una de las vicepresidencias del Comité Técnico de Árbitros, con José María Enríquez Negreira.

—¿Cómo era Enríquez Negreira?

—Nunca me pareció una persona fiable, ni seria. Ya, arbitrando, era de los que le encantaba que la cámara le enfocara a él. Nunca tuve buena relación con él. Era un fantasma. Tampoco tuve feeling cuando era directivo. El presidente era Sánchez Arminio y había tres vicepresidentes: Ángel Franco Martínez, Óscar Martín Prego —gallego—, y José María Enríquez Negreira. Si a mí me hubiesen preguntado entonces quién de los cuatro podía haber entrado en un chanchullo de este tipo, hubiese acertado seguro.

—El chanchullo apesta a corrupción. Usted fue asesor del Villarreal después de retirarse, ¿entiende esos pagos por esos supuestos informes?

—Me parece increíble que alguien pagara por eso. La información que podía darle Negreira eran estadísticas que estaban a disposición de cualquiera. Creo que un sinvergüenza vendió humo y unos idiotas se lo compraron. Además, a precio de oro, porque no lo pagaban de su bolsillo. Entre Enríquez y algunos empleados del Barcelona montaron la estafa durante años.

—Pero es difícil pensar que alguien pagase a cambio de nada.

—A mí me gustaría ver esos informes. Nos iba a dar a todos un ataque de risa. ¿Y eso lo pagabais a ese precio? Negreira presumía de tener un grupito de árbitros que, siempre que iban a Barcelona, quedaban con él a comer o a cenar antes del partido. Creo que era Enríquez el que los utilizaba para hacer ver que tenía influencia. Era más un paripé, una forma de vender humo.

«A mí me gustaría ver esos informes. Nos iba a dar a todos un ataque de risa»

—¿Usted también comía con él?

—Yo jamás cené con un directivo. Cuando todavía estaba José Plaza de presidente del Comité Técnico de Árbitros, veraneaba en Benicasim, a ocho kilómetros de donde lo hago yo. Mientras estuvo en activo, nunca quedé con él. Cuando se retiró, nos vimos todos los veranos y recordamos anécdotas. El árbitro es peor que la mujer del César, en cuanto a lo de parecer honrados.

—Podría pensarse que en esas cenas trataba de influir en esos compañeros.

—Me cuesta creer que realmente les hiciera ese tipo de insinuaciones para favorecer al Barcelona en un partido. Si Sánchez Arminio lo hubiese sabido, o cualquiera se hubiese ido de la boca, Negreira hubiese durado diez minutos. Una cosa es lo que él vendiera hacia afuera, que seguro que hacía creer que esos árbitros seguían sus indicaciones, y otra la realidad. Ponte en la mentalidad de un árbitro. Si recibieran alguna contraprestación, tampoco sería para retirarse. Y, si te callas, puedes pensar que el de al lado va a largar. En mi época ya se ganaba dinero, y ahora mucho más. Me extrañaría mucho que un árbitro se dejara comprar por cantidades que no fueran a implicar su jubilación. Es como si un futbolista de Primera División, que cobra dos millones al año, se deja comprar por 10.000 euros. Yo eso en la élite no lo veo. Podría pasar en categorías menores, pero en Primera División me cuesta creerlo.

—¿Pondría la mano en el fuego por que ningún compañero estaba también implicado?

—Estamos en el país más corrupto de Europa, con niveles del tercer mundo. La hay en política, en la judicatura, en las empresas, difícilmente el fútbol se iba a escapar de esto. Yo no pongo la mano en el fuego por nadie, la pongo por mí. A mí jamás, ni de forma directa ni indirecta, me ha hecho la mínima insinuación para que tuviera influencia alguna en un partido. Nunca.

—¿Cuál era el cometido de Enríquez Negreira con los árbitros?

—Él se encargaba, cuando teníamos las dos o tres reuniones anuales, en una entrevista privada, de contarte cómo iba tu clasificación en base a los informes que tenía de los partidos que habías arbitrado. Había tres grupos, los que iban bien, regular, y mal. Te hacía apreciaciones técnicas.

—¿Pudo utilizar esos baremos como chantaje para presionar?

—La decisión no la tomaba él, la tomaba el presidente. Él solo informaba, nada más. Y esas clasificaciones había que cogerlas con muchas pinzas. Yo siempre fui un díscolo y me las creí poco. ¿Como se barema un arbitraje de un 8 a un 8'4?.