Adrián Ben, el campeón de la eterna sonrisa

DEPORTES

PEPA LOSADA

El nuevo oro europeo de 800 metros progresó en Galicia en una generación prometedora y acabó de moldearse en Madrid, pero siempre hizo bandera de su apego a su tierra y su gente, sin que el éxito le cambiase el carácter

05 mar 2023 . Actualizado a las 20:09 h.

«Soñaba con ganar una medalla en un gran campeonato», espetó Adrián Ben Montenegro (Viveiro, 1998) nada más finalizar en Turquía la carrera que cambiará su trayectoria, como nuevo campeón de Europa de 800 metros en pista cubierta. El sueño del viveriense se ha cumplido a los 24 años, muy rápido, porque toda su carrera ha ido tan deprisa como sus zancadas.

Adrián no engañó desde el principio. Formó parte de aquella generación de Baku que comenzó a cambiar el atletismo gallego en su día. Fue compañero de andanzas de Miguel González Carballada y Tariku Novales, con ellos aprendió a competir en el barro y en la pista. Galicia le ayudó a crecer y en Madrid, de la mano de Arturo Martín, terminó de moldearse un proyecto de mediofondista que apuntaba al 1.500 y que terminó por convertirse es un especialista del 800, la distancia a la que llegó para quedarse, al menos por un tiempo.

Adrián siempre ha sido un reloj suizo y un todoterreno. Porque mientras hacía historia en el 800 siendo el sexto en el Mundial de Doha y quinto en los Juegos Olímpicos de Tokio, también era capaz de subirse al podio continental del campo a través formando parte del relevo mixto.

Desde hace tiempo, las pistas de la Blume son su casa, pero lejos de olvidar sus orígenes, Adrián lo alimenta siempre que puede. Regresando a casa cada vez que tiene ocasión, haciendo series por el paseo de Viveiro que un día no muy lejano le sirvió de pista de entrenamiento, volviendo al camping de Nigrán que visita todos los veranos para convivir con sus amigos atletas del sur y leyendo a Domingo Villar, el fallecido escritor vigués, su preferido.

En medio de tanta evolución, Adrián Ben Montenegro nunca ha perdido su característica sonrisa, su amabilidad y su disponibilidad para todo. Sigue siendo el mismo que un día se calzó las zapatillas con tacos por primera vez con Luis Ramallal, Pedro Esmorís y Felipe Martínez como primeros entrenadores. Más tarde, llegó a su vida Mariano Castiñeira, un técnico que le pulió aspectos claves en su técnica. Entre ellos, siempre en un segundo plano, María José y Antonio, sus padres, otras personas claves en formar al campeón y a la persona.